Uno de los grandes sociólogos del siglo XX fue el brasileño Gilberto Freyre. Nació en 1900 y falleció en 1987, hace más de treinta años. Se caracterizaba porque sus amplios conocimientos estaban envueltos en responsabilidad e imaginación, digamos que también con jovialidad. Cualidades que siempre son de agradecer y dignas de emular.
Creía que en culturas analfabéticas se hallan lecciones para lograr un ritmo más saludable de la vida civilizada, y hay que aprovecharlas. Por un lado, hablaba de ‘la tiranía del reloj’ sobre la vida, y por otro destacaba la necesidad de plantearse qué hacer con los latifundios de tiempo desocupado, una cuestión no menor que no se toma en consideración.
La universidad, sugería, debería abrirse a los adultos de todas las edades, en una constante actualización. Consideraba a los brasileños y portugueses dentro del mundo hispánico, visto con cariño y con voluntad y capacidad de integración.
Gilberto Freyre sostenía que el Brasil es un ejemplo a seguir por los demás países. ¿En qué? Con respecto a la mezcla de negros, blancos y mestizos, pues con ella se estaba generando un tipo de ser “humanísimo, abierto, receptivo y no racialmente cerrado”.
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