La especie ‘libro de candidato para las elecciones’ es todo un clásico en la literatura política, y la ciudad de Barcelona no es una excepción a la hora de abordar este género. Pocos meses antes de la victoria electoral de Xavier Trias en las municipales del 2011 este político convergente pubiicó ‘Xavier Trias. Barcelona vista per un metge’ (Editorial Columna), una obra curiosa del que poco después dirigiría los destinos de la capital catalana durante cuatro años.
El libro va jugando con la condición de médico de Xavier Trias a lo largo de toda la obra, comenzando por el índice, en el que los bloques se titulan «Guía para la la elaboración de un diagnóstico», «Diagnóstico y primeras recetas», «¡Pues ahora, vamos!» y «¿Hay algún médico en la sala?». Es el Trias pre-proceso secesionista, cuando Convergencia i Unió gobernaba la Generalitat con Artur Mas en la presidencia con el apoyo del PP de Alicia Sánchez Camacho. La entonces formación de Jordi Pujol todavía no se había lanzado a la carrera con ERC para ver quién era más separatista.
Las doscientas trece páginas parecen dedicadas a lectores con problemas de vista, o poco amantes de los libros densos, dado que el tamaño de la letra es superior a lo normal. Es una obra interesante y curiosa, tanto para conocer la Convergència que presumía del ‘seny’ para intentar arrebatar el gobierno de Barcelona a los socialistas, como para profundizar en el anecdotario de Xavier Trias, uno de esos políticos que, de entrada, caen bien por la teórica bonhomía que muestran.
Como hemos citado, el autor se vende como un doctor que tiene el diagnóstico correcto para curar a una Barcelona ‘enferma’ tras treinta y dos años de gobierno socialista. Y el libro es una herramienta más de la precampaña electoral convergente. Tanto es así que la obra finaliza con una separata a todo color, con formato de folleto y que recoge once propuestas bajo la denominación de “Proyectos Trias para Barcelona”. Y otras acciones situadas en un mapa de la ciudad, por distritos.
Ese recurso estilístico de utilizar la condición de médico le lleva a relatar cuándo le dio un consejo de salud a su entonces ‘nùmero 2’, Joaquim Forn, que estaba preocupado por unas analíticas y le tranquilizó. O como cuando, a la hora de tratar con los regidores de CiU, los cuales “a veces se ponen nerviosos después de los plenos”, la “paciencia” que ha adquirido en su condición de doctor (“cómo médico me ha servido mucho saber esperar y mirar, y también en mi posterior tarea política”) le ha sido muy útil. Por supuesto, los “nervios” de dichos concejales provenían de “las incoherencias o las injusticias que han visto y que expresan con mucha pasión su deseo de cambio”.
Trias, que ya llevaba unos años como jefe de la oposición municipal, utiliza con eficacia el libro para vender su proyecto. No niega la importancia de los Juegos Olímpicos en la configuración de la ciudad, pero reivindica otras ‘Barcelonas’, como la del “Barça” (“ejemplo de grandeza desde sus inicios”) sin mencionar la del “Espanyol”; o la Barcelona “industrial y portuaria”; la Barcelona “precursora del catalanismo moderno, del pactismo y del republicanismo”; la Barcelona que “aguantó la derrota del 39” o la Barcelona “del arte, de la innovación o del atrevimiento”. Para ser un libro de propaganda electoral es ameno, está bien escrito y el hilo argumental es más que correcto.
Como su rival electoral ya no era Pasqual Maragall, sino Jordi Hereu, dijo de él que era “un alcalde que creó una gran ilusión y que aprovechó la gran suerte de los Juegos Olímpicos”. Y resaltó, también con generosidad, que “a su lado tenía gente que ponía orden y administraba: Jordi Clos y Pitu Marull”. Claro que cada caricia tenía que estar acompañada de algún pescozón, que a fin de cuentas eran políticos socialistas, y de Clos acababa diciendo que “era un buen político para poner orden, pero no para gestionar el éxito”, resaltando como el Fórum de las Culturas fue un proyecto deslucido.
La obra finaliza con un curioso glosario en el que Trias demuestra su sentido del humor riéndose de sí mismo, sobre todo de sus carencias lingüísticas como en ‘wealment’ (“aquesta paraula meva ha estat motiu de mofa per part de diversos locutors de ràdio”).
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