La situación política en Cataluña está llegando a un punto de no retorno. Hay centenares de violentos criminales destrozando el centro de nuestras principales ciudades, con una amplio despliegue de violencia. Radicales organizados queman contenedores, arrasan entidades bancarias, saquean comercios, agreden periodistas y atacan a medios de comunicación, golpean a policías, lanzan piedras a los vecinos que, cumpliendo la ley y estando en sus domicilios para cumplir el toque de queda, les afean desde los balcones su violencia…
Y lo que pretende la CUP, Junts y Esquerra es privar a los Mossos d’Esquadra de las herramientas materiales y legales para que nos protejan de los vándalos que nos quieren herir, robar y matar con la excusa de la «solidaridad» con un presunto músico. ¿Qué buscan los partidos que actualmente gobiernan y que posiblemente sigan gobernando la Generalitat? ¿Qué millones de ciudadanos nos quedemos indefensos mirando como los radicales, a los que ellos alientan con sus declaraciones de apoyo por parte de muchos de sus líderes, nos amenazan mientras los dirigentes de la Generalitat impiden que la policía nos defienda?
¿Qué es lo que pretenden Laura Borràs. Miquel Sàmper, Pere Aragonès o Dolors Sabater? ¿Qué ante la indefensión que causa que los Mossos sean cuestionados y no tengan los medios necesarios para parar a los violentos, acabemos unos catalanes pegándonos contra otros como autodefensa creando un conflicto civil? ¿No se supone que la policía democrática tiene el monopolio de la violencia legítima para defender la vida y la hacienda de los ciudadanos? ¿Por qué ese empeño en deslegitimar a la policía autonómica cuando intenta hacer su trabajo, que es impedir que los radicales violentos maten, roben y agredan a los ciudadanos indefensos y a sus propiedades?
Estamos hartos de pagar impuestos a un gobierno autonómico (no olvidemos que la presión fiscal en Cataluña es de las más altas de España) para que los partidos que controlan la Generalitat no solo no garanticen nuestra seguridad, sino que pongan cortapisas a la policía en su labor de evitar que los criminales puedan campar a sus anchas. Máxime cuando escuchamos en la radio de la Generalitat testimonios que incitan a que Cataluña se convierta en «Algeria» o «Irlanda», incitando a la violencia.
La CUP no puede entrar a gobernar la Generalitat porque sus cachorros, con la excusa de una «no violencia» que casi nunca ejercen, han provocado en los últimos años un sinfín de daños materiales, para luego exigir que la policía no actúe.
Ya estamos casados de indefensión. De señalamientos en los domicilios de personas no afectas al separatismo. De agresiones a sedes de partidos, en actos políticos no nacionalistas, a dirigentes de partidos no secesionistas. De que radicales protegidos por grupos parlamentarios secesionistas impongan el miedo y la violencia en nuestras ciudades. Y, encima, que estemos pagando el elevadísimo presupuesto que nos cuestan los Mossos d’Esquadra para que no les dejen hacer su trabajo.
Insistimos, parece que ERC, Junts y la CUP están deseando que los catalanes lleguemos a las manos. Es el problema que estar gobernados por fanáticos, que en vez de intentar solucionar problemas, solo tienen interés en crearlos. La policía ha de hacer su trabajo, mantener la seguridad de los ciudadanos y detener y poner a disposición judicial a los violentos que solo buscan matar, agredir y destruir. Y los políticos han de dejar que hagan su labor con las máximas garantías.
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