Salvador Pániker, quien fuera empresario, editor, escritor, ingeniero y filósofo, aplicó el modelo retroprogresivo a sus dietarios, esto implica “anécdota y reflexión”. Publicaba esos escritos con varios años de retraso, poniendo a prueba la sentencia de Wittgenstein: “quien vive en el presente, vive eternamente”. Proclamaba su carencia de identidad fija: “yo me invento a mí mismo con cada decisión”.
Su última entrega “Adiós a casi todo” (Penguin Random House) salió publicada pocos días después de su muerte, el pasado mes de abril. Se definía como “agnóstico místico”, para él rezar es actuar sobre el mundo y querer intervenir en la marcha de las cosas. Tras ver el debate electoral de las autonómicas catalanas de 2006, sostiene que “un buen candidato ha de ser a la vez firme y suave, agresivo y simpático, astuto y espontáneo, rápido y sosegado. Y sobre todo, ha de tener personalidad propia y ser él mismo. No cantar música ajena”.
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