La ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau hizo más por la extensión del ‘procés’ separatista que por la construcción de nueva vivienda social. Fue más activista a favor del golpe de Estado del 1 de octubre y de lo que definió como “presos políticos” que a favor de los que tenían problemas para acceder a un alquiler asequible.
Colau consiguió poner de acuerdo a casi todos los barceloneses y alcanzó una meta difícil de conseguir: tras ocho años de alcaldesa – con el plus de conocimiento y el reparto de dádivas que conlleva – quedó en tercer lugar en las elecciones municipales de 2023. Por eso nunca hemos de olvidar todo el daño que Colau hizo a la política catalana y a la buena convivencia entre catalanes.
Llegó a la alcaldía tras la oleada izquierdista provocada por la irrupción de Podemos y su gestión destrozó las expectativas de unos Comunes que pasaron de ser la izquierda hegemónica en Cataluña en el 2015 y 2016 – le sacaron en dos elecciones generales consecutivas más de ocho puntos de ventaja al PSC – a volver al papel residual habitual que ocupa este espacio en la política catalana.
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