Esta expresión equivalente al “mamma mia” italiano que se exclama cuando algo te sorprende positiva o negativamente. Como dirían los psicoanalistas es la evidencia de que es la madre la principal figura de apego, siempre presente y siempre se recurre a ella ante un asombro. Y creemos que mucha ciudadanía lo exclama en estos momentos, ante los actos de algunos de los ministros y ministras que tenemos.
Asombra la pavorosa falta de sentido común de algunos políticos españoles. Cuesta creer que haya tanta inepcia en ellos y ausencia del más mínimo sentido común; cómo es posible que el ministro de Consumo sea capaz de decir que el turismo, que nada más y nada menos que mueve un total de 176.000 millones de euros anuales que representan el 14,6% del PIB además de 2,8 millones de empleos, es un sector precario y estacional.
Cuesta creer, como ha señalado algún periodista en sus crónicas, que la ministra de Educación Celaá, haya dicho, al final de una reunión de coordinación sobre la educación en España con los consejeros autonómicos, a cuenta de la apertura o no de la escuela infantil, que «bueno, que cada uno haga lo que quiera; se levanta la sesión».
O que el ministro de Universidades tenga el cuajo pedagógico de decir que en los exámenes, si los alumnos copian bien, es una prueba de inteligencia y que denunciar eso es un reflejo de pedagogía autoritaria. Por favor señor ministro, que usted escribió entre otros “La era de la información”, no tire piedras sobre el tejado.
En verdad cuesta creer que tengamos ministros y ministras con tan poco sentido común y que no se den cuenta de que su actitud no genera la más mínima confianza entre la ciudadanía. Una ciudadanía que lleva semanas confinada y que está dando un ejemplo cívico de desear colaborar al máximo en este inmenso problema que tenemos.
Qué lejos estamos del comportamiento público de responsabilidad de los cargos electos de países de nuestro entorno. Como en Suecia, que dimitió una ministra por haber comprado con dinero público dos tabletas de Toblerone o ministros del Reino Unido por abusar al adjudicarse las dietas. O en los Estados Unidos, donde un responsable de una comisión policial fue destituido por llamar “negrata” al presidente Obama.
Acá se observa que tamañas meteduras de pata no tienen ninguna responsabilidad social. Más aún, siguen teniendo el apoyo del presidente del Tobierno, que en cambio no hace más que pedir a la ciudadanía que seamos responsables y cumplamos escrupulosamente lo que se nos pide.
Tristeza inmensa lo que en ocasiones se observa en la democracia española.
Luis Fernando Valero
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