Dadas las acciones, declaraciones y relaciones que existen entre los políticos y sus intervenciones en el ámbito social el refrán clásico nos viene que ni al pelo, ya se sabe que los refranes son el compendio de la filosofía popular. Por la redes sociales corren, se escuchan las conversaciones entre algunos de los que han sido los personajes promotores y actores que han promovido “el proceso” y extraña como definen, califican y adjetivan a sus actores; no queda ninguno bien parado desde Torra a Puigdemont, pasando por diputados y consejeros de la Generalidad sus referencias son desde: ineptos, sonados, egoístas, incompetentes, lunáticos…
No queda uno a salvo, lo cual no hace más que acentuar que el llamado “proceso” se ha convertido en un desmadre inmenso para la sociedad catalana y lo único que ha logrado es que la autonomía, que era importante en el desarrollo de España, hoy sea un anodino recuerdo, y ha conseguido una inmensa fuga de empresas, bancos, y capital humano. Sin contar la inoperancia total del gobierno catalán que durante estos años. De ahí que se pida para los que están “mandando y gobernando“ que “necesitamos una fuerte base ética, y un gran respeto por valores como el esfuerzo, el trabajo, la solidaridad y la tolerancia. Capacidad de afrontar los problemas propios y no esperar a que nos los vengan a resolver”, tal y como declaró Pere A. Fabregat, presidente de la Coordinadora Catalana de Fundaciones (CCF).
Por ello, ante este inmenso caos, extraña que estos políticos sigan declarando que, en sus futuras acciones políticas, afirmen sin ningún rubor que “lo volveremos a hacer”. Es curioso que estos políticos, bastantes de ellos llevan en sus cargos de partido años y años, de alcaldes, diputados, concejales o cargos de confianza señalen que ahora están en posición de ser la solución de los problemas, deseando repetir contubernios electorales de gobierno que dejaron a la autonomía PSC/ERC y adláteres con una deuda de más de 30.000 millones de euros.
Y ya no digamos los de la antigua Convergencia, reciclada, cortada, cercenada, amputada, seccionada, podada, talada, rebajada, mondada, rapada, pelada, disminuida, reducida, aminorada, menguada, y limitada en diferentes chiringuitos cada uno con su mantra y su castillito de arena.
Otros políticos de signo diferente como el caso de Ciudadanos que se ofrecen como alternativa, olvidando que cuando obtuvieron logros que nunca se habían dado en Cataluña, como ser la primera fuerza electoral dejaron escapar la ocasión de hacer algo. Nunca han explicado que parálisis mental les aconteció para no hacer valer los votos que le dio la sociedad catalana, muy al contrario, dejaron perder la ocasión y los líderes, en vez de cumplir lo que habían prometido y conseguido en Cataluña, que era donde nacieron y para lo que nacieron se fueron a Madrid y ya se ha visto el “inmenso” logro de la astucia más inmensa, que se convirtió en una estulticia y siguen sin explicar el porqué de aquella “huida” a Madrid, por lo que los votantes sienten que es muy difícil poder confiar en estos políticos que piden votos, diciendo que van hacer y luego hacen todo lo contario de lo que prometieron. Queda el consuelo de que eso lo hacen todos.
Lo triste es que con este “personal” los votantes ya no saben qué hacer, pues no se observa en ellos, el más asomo de credibilidad y por si todo eso fuera poco vivimos una pandemia que, según nuestros políticos después del primer confinamiento, ya habíamos vencido al virus. Menudo augures. ¡Qué éxito! La pregunta es, dado el inmenso desastre que se ve venir, si habrá algún político o algún líder que sea capaz de aglutinar el país, por encima de las reyertas y las quisicosas mezquinas, que pueda conseguir trabajar por el bien de la mayoría con una coherencia y consistencia eficaz. Mucho me temo, como diría mi abuela, que dios nos coja confesados con estos líderes o lideresas.
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