Lérida se encuentra sumida en una preocupante espiral de inseguridad ciudadana. Pese a los intentos del alcalde socialista, Félix Larrosa, de mostrar una imagen de «ciudad segura» con estadísticas maquilladas, la realidad que viven los vecinos del centro, La Mariola o Cappont es de deterioro y miedo. La sensación generalizada es que la Paeria ha perdido el control de las calles frente a los grupos delincuenciales.
El principal problema reside de Lleida en la incesante actividad criminal y el llamado «efecto puerta giratoria». Las fuentes policiales y vecinales denuncian que los delincuentes reincidentes, con decenas de antecedentes, son detenidos y puestos en libertad a las pocas horas. Esta impunidad sistémica anula el esfuerzo de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra y se convierte en un combustible para la delincuencia.
Barrios como La Mariola, uno de los focos de tensión más conocidos, o Cappont, han visto cómo la degradación se aceleraba bajo el mandato del PSC. En La Mariola, la preocupación se ha disparado por sucesos violentos, incluyendo agresiones a agentes de la autoridad. El problema de las ocupaciones ilegales y su posterior «re-alquiler» por parte de mafias agrava la situación social y de seguridad en estas zonas. El casco antiguo de la ciudad se ha convertido en una de las zonas más peligrosas.
Aunque el equipo de gobierno de Larrosa saca pecho de una supuesta caída general de los delitos en el primer semestre, la oposición y los ciudadanos no perciben esta mejora. El Partido Popular de Lérida ha calificado la situación de «malestar» y «deriva constante de degradación», acusando al alcalde de vivir en una «burbuja de autocomplacencia».
Su portavoz, y líder de la oposición en la Paeria, Xavier Palau, ha asegurado que «solo el PP puede garantizar seguridad en una ciudad totalmente degradada por un PSC que ha fracasado a la hora de ofrecer bienestar a los ciudadanos y que ha permitido que los barrios dejen de ser espacios seguros para los vecinos». Y añade que «la ciudad agoniza con décadas de gobiernos socialistas y de izquierdas en general, incapaces de garantizar orden e incapaces de modificar las normas penales en el Congreso e invertir en la administración de justicia para agilizar los procesos judiciales».
Gloria Rico, portavoz de VOX, argumenta que «los ilerdenses nos encontramos en una situación de desamparo gracias a las políticas de socialistas y sus socios separatistas. Una ciudad cada día más insegura que ya reclama actuaciones urgentes basadas en criterios como presencia policial con los medios suficientes y rapidez y contundencia judicial».
El socialismo en Lérida parece más preocupado por los «grandes anuncios» y la fachada que por resolver los «problemas cotidianos». La falta de un plan integral que aúne limpieza, iluminación y seguridad eficaz ha sido una crítica constante. El gobierno de Larrosa ha optado por medidas como la instalación de cámaras, una solución insuficiente para atajar un problema que requiere contundencia penal y más presencia policial.
La frustración es palpable entre la ciudadanía que no solo sufre robos y hurtos, sino también un aumento del incivismo, que el Ayuntamiento intenta paliar con centenares de denuncias que apenas tienen efecto disuasorio. La realidad es que el mando socialista no logra imponer el orden en la capital ilerdense.
En conclusión, Lérida está sufriendo un deterioro preocupante en su seguridad ciudadana. La incapacidad o la tibieza del gobierno de Félix Larrosa y el PSC para blindar el centro y los barrios más vulnerables demuestran una peligrosa pérdida de autoridad. Los delincuentes campan a sus anchas, mientras el alcalde se refugia en cifras que los vecinos de a pie no reconocen.
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