El escenario municipal de Junts en la ciudad de Barcelona se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para su líder, Carles Puigdemont, de cara a las elecciones municipales de mayo de 2027. A poco más de un año y medio de la cita con las urnas, el partido aún no tiene un candidato claro que pueda asumir el reto de mantener la alcaldía, cuando la competencia por su lado derecha es feroz, con una Aliança Catalana al alza al que los sondeos ya dan representación en la capital catalana.
En los comicios de 2023, Junts ganó con Xavier Trias al frente y consiguió 11 concejales, aunque no pudo gobernar. Sin embargo, las últimas encuestas reflejan un panorama mucho menos favorable, con una caída prevista hasta una horquilla de entre 6 y 8 ediles.
La principal dificultad para Puigdemont radica en que los nombres que habían sonado como posibles cabezas de lista han ido declinando. El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, ha rechazado la posibilidad de ser candidato, asegurando que no se ve en esa posición. También el exconsejero del Interior, Joaquim Forn, que gozaba de buena valoración interna, ha descartado volver a la primera línea política. Estas negativas han dejado al partido sin referentes claros para competir en la capital catalana.
Esta indefinición agrava la sensación de parálisis en un partido que, además de carecer de liderazgo, ve cómo su presencia en el Ayuntamiento de Barcelona se diluye. El grupo municipal, con 11 concejales, ha perdido protagonismo en el debate público y su capacidad de marcar la agenda política se ha reducido de forma significativa. Junts, que hace apenas dos años aspiraba a gobernar la ciudad, parece hoy atrapado en la falta de rumbo y de discurso.
La combinación de una lista sin liderar y una caída en los apoyos coloca a Junts en una posición especialmente frágil. El partido necesita reconectar con un electorado que en 2023 se movilizó por la figura de Trias, pero que ahora se muestra más distante. Los estudios demoscópicos apuntan a una caída notable en la intención de voto, lo que evidencia la urgencia de renovar el proyecto y recuperar el impulso perdido en el ámbito municipal.
Tras la retirada de Trias, el actual portavoz municipal, Jordi Martí, ha asumido el liderazgo del grupo en el consistorio, aunque sin consolidarse como alternativa sólida. En paralelo, el nombre que suena con más fuerza en el entorno de Puigdemont es el de Josep Rius, diputado en el Parlament y persona de confianza del expresidente. No obstante, su perfil público sigue siendo limitado y su capacidad para conectar con el votante barcelonés está por demostrarse.
La dirección de Junts es consciente de que el tiempo juega en su contra. La intención inicial era presentar al candidato antes del verano de 2025 para dar margen a la campaña de proyección, pero las dificultades para alcanzar consensos internos podrían retrasar el anuncio. El partido quiere evitar unas primarias que evidencien sus divisiones y apuesta por una candidatura pactada que pueda representar la unidad del espacio postconvergente.
El contexto político tampoco ayuda. El PSC de Jaume Collboni lidera las encuestas y consolida su posición como fuerza dominante en la ciudad, mientras que ERC y el Partido Popular mantienen sus bases electorales. En este escenario, Junts corre el riesgo de quedar relegado a un papel secundario, especialmente si no logra definir pronto un proyecto atractivo y un liderazgo reconocible.
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