En ‘Cuando te dejan’ (Temas de hoy) el periodista Joaquín Luna recopila algunas de las mejores columnas de opinión que el ‘decano de los periodistas divorciado’ – la definición es suya – ha publicado en ‘La Vanguardia’ entre 2013 y 2022.
En el libro va mucho más allá de su tópico de las andanzas de los divorciados.
Ese era el objetivo.
¿Por qué?
Quería evitar el encasillamiento de que solo hablo de divorciados, y por eso en la recopilación muestro los temas que toco en general. Me centro en la vida cotidiana de las personas y, sobre todo, intento mostrar mi perplejidad ante un mundo cambiante.
Para perplejidad la mía al recordar que usted narró la visita a una casa de citas, solo que en vez de chicas había muñecas hinchables.
Sí, el artículo que dediqué a las Lumi.
¿Realmente fue y las probó?
Realmente fui porque era un deber periodístico. Cuando se hizo público que en Barcelona había abierto un misterioso club, sin dirección conocida, en la que los clientes practicaban sexo con unas muñecas muy realistas, en la redacción de ‘La Vanguardia’ se hablaba del tema entre los redactores. Y pensé que sí nosotros estábamos interesados en esta cuestión, porque era noticiosa, nuestro deber era cubrirla. Y sí, fui al local tras una especie de gymcana en la que me iban dando datos hasta que tuve la dirección. Y no, no la probé, y por qué lo narró en el artículo.
Buen gancho para que lean el libro…
No se trata de eso, sino dejar algo al lector.
¿Quién le dio la oportunidad de escribir este libro?
Me lo propuso el equipo de Temas de Hoy, en ‘La Vanguardia’ todo fueron facilidades y la selección de artículos la hizo la editorial.
¿Cuál es su público? Y no me diga que las divorciadas…
‘La Vanguardia’ es un diario que tiene un público muy amplio, pero creo que los temas que toco, que como he citado antes son muy variados y costumbristas, pienso que interesan a un lector de cierta edad que ve que las cosas han cambiado muy rápido, y que la tecnología afecta cada vez más a nuestra forma de vivir y nos pasa por encima. Creo que también interesan a todos aquellos que les gusta leer como vivimos en España más allá de la política, porque en nuestro país las columnas acostumbran a estar muy mediatizadas por la actualidad de los partidos y las instituciones.
Pero usted habla de política…
No es uno de mis temas favoritos, lo hecho en la etapa más álgida del ‘Procés’, y porque creía que muchos lectores se sentían como yo ante lo que fue una huida hacia delante de los líderes independentistas, sin considerar los sentimientos de los catalanes que no pensaban como ellos.
De ahí que se defina usted en uno de los artículos de libro como “no digno” de pertenecer a la “República catalana”.
Lo que me gusta de España es que no te exige grandes esfuerzos, no tienes que flagelarte, ni pensar a diario que todo el mundo está en contra tuya y conspira contra ti. Y el independentismo ha convertido el ser catalán en un sacrificio constante, como si fuera una oposición a notario, requiere un gran esfuerzo y cumplir un buen número de requisitos, como exaltar las tradiciones, elogiar la ratafía o presumir de que te gusta madrugar. Ser de un país no ha de ser algo excepcional, sino algo normal, he nacido aquí, y hay cosas buenas y malas. Sin más. Y, hablando de Cataluña, alguien debería plantearse que el catalán en la escuela, que es patrimonio de todos los catalanes y del resto de españoles, se está convirtiendo en una lengua oficialista y antipática. Es necesaria una reflexión seria sobre este tema.
Volviendo a sus artículos mundanos, me encanta su reivindicación del agua con gas sin hielo y limón.
Es una de mis pequeñas tragedias cotidianas, me empeño en pedirla así en los bares, pero nadie me escucha. A la que llega el vaso, allí está el hielo y el limón. Y como me gusta compartir estas pequeñas anécdotas con los lectores, lo explico. Yo soy de los que piensan que el oficio de crítico se está perdiendo, y que demasiado a menudo este tipo de artículos se han convertido en publirreportajes encubiertos. A mí me encanta recomendar un bar que me gusta, o un espectáculo, o lo que sea. Creo que, si a mí me ha convencido, puede ser un servicio al lector hablar sobre esa cuestión.
Unionista, taurino y amante de las galanterías con las mujeres… No le van a dar la Creu de Sant Jordi. Lo que sí le dieron fue un premio de las Mujeres Periodistas.
Me concedieron el equivalente al ‘premio Limón’, un galardón por tener actitudes, según ellas, machistas. Fui a recogerlo y lo que más me sorprendió fue la falta de sentido del humor. A fin de cuentas, yo lo acepté, acudí a la entrega de premios con la mejor disposición y podrían haber tenido también algún gesto por su parte. Parecía que esperaban que los galardonados en esta categoría no fueran a recogerlo. Y eso que mi discurso no fue para recriminar nada a los organizadores, solo hablé que el monopolio de los sentimientos no lo tienen las mujeres, al estilo de lo que le dijo Giscard d’Estaing a François Mitterrand en un debate por la presidencia de Francia [“usted no tiene el monopolio del corazón”].
Usted gusta de ir a Madrid.
Por ejemplo, a ver corridas de toros, algo que ya no se puede hacer a Barcelona. Y admiro la buena disposición de los camareros de Madrid, se lo toman como un oficio de toda la vida y lo ejercen con una gran profesionalidad. Además, allí la vida nocturna no es considerada, ni por los habitantes ni por los políticos, como una molestia a extinguir, sino como un atractivo más de la ciudad.
Vamos, como Ada Colau…
Ya dediqué un libro a este tema (‘Esta ronda la pago yo’. Libros de Vanguardia), a la decadencia de Barcelona como ciudad amable para los noctámbulos. Hay una conjunción de políticos y vecinos deseando que nadie salga por la noche en nuestra ciudad.
Argumenta que tener amantes puede ser un remedio médico.
Lo recomendaba un médico, y lo apoyo. No sé quién dijo que el matrimonio es una carga tan pesada que se necesitan tres para llevarlo. Paradójicamente, para que un matrimonio resista bien conviene que haya pequeñas infidelidades. Es una institución que lo aguanta todo, incluso los amantes.
Hasta ahora no hemos hablado de divorcios, ni divorciados. ¿Cómo se lleva con su ex? ¿Qué opina de sus columnas?
Nos llevamos bien y una vez superamos la primera fase, mantenemos una relación cordial. Como me conoce, no le sorprende lo que escribo. También otras parejas que he tenido han sido comprensivas con mis escritos. El que no me lee es mi hijo, prefiere las columnas de Salvador Sostres, así que tampoco me pide explicaciones.
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