Desde el inicio del Procés los cómicos afectos al separatismo utilizan el humor no para entretener a los espectadores sino como arma política de alto voltaje. Tanto en medios públicos como privados, con TV3 como ejemplo más destacado, las instituciones comunes a todos los españoles como los tribunales, la Casa Real o las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado son ridiculizadas a diario. No hablamos de sátira política, totalmente legítima y saludable, hablamos de algo mucho más siniestro, de vender a millones de catalanes que España en una especie de semidictadura que oscila entre lo ridículo y lo totalitario.
Para justificar sus ataques vendiendo que ellos se ríen de todos de vez en cuando dan alguna colleja a los políticos de los partidos independentistas o a algunas instituciones catalanas como los Mossos. Claro está que por cada chiste de este tipo hay cinco dedicados a todo lo que huela a España. Y, además, la virulencia es muy superior en este último caso, para sembrar entre la audiencia catalana el rencor perpetuo hacia el resto de españoles. Por ejemplo, la estigmatización que sufrió Albert Rivera por parte del humorismo independentista, al que repetidamente se le ligó a la cocaína, no la ha sufrido ningún político separatista.
Desde TV3 y Catalunya Ràdio se está intentando que la juventud catalana adopte el «puta España» como un lema generacional. Como una manera de expresar no solo su desarraigo, sino su desprecio, hacia nuestro país. Cada vez que Joel Díaz, Jair Domínguez o Peyu utilizan esta expresión no lo hacen para hacerse los graciosos. Lo hacen porque saben muy bien quién les paga y por qué les paga.
Por supuesto, estos humoristas adeptos al separatismo sobreactúan. Saben que es la mejor manera de ganarse un buen sueldo en un sector como al artístico donde no es siempre fácil ganarse bien la vida. Y en Cataluña hace mucho frío fuera de TV3 y Catalunya Ràdio. El ‘Zona franca’, que es un intento de late night tamizado por el supremacismo hispanófobo de Esquerra o la CUP, es ahora el programa estrella dentro de esta ofensiva ideológica pagada con el dinero de todos los españoles.
La penúltima ocurrencia del ‘Zona franca’ de TV3 fue emitir el himno de España a base de pedos. Y poco a poco sus guionistas y humoristas seguirán subiendo el listón porque saben que cada nuevo insulto a los españoles significa mejorar su sueldo y sus posibilidades laborales dentro de unas instituciones dominadas por líderes hispanófobos.
Es nuestra obligación como ciudadanos exigir que en la televisión y en la radio pública estos comportamientos no se produzcan. Y recordar cada día a Pere Aragonès, y al PSC que sustenta a Esquerra en el organismo rector de los medios de comunicación de la Generalitat, que estos medios de comunicación que él está fomentando son lo más parecido a los de una dictadura totalitaria. En el caso de los socialistas es aún más grave, porque ellos fueron en la época más dura del Procés y el Posprocés uno de los objetivos favoritos de estos ‘graciosos’ a sueldo.
Si es este el modelo de gobierno de Pere Aragonès que al menos nos lo explique, para que nos quede claro que más que ser un president lo que quiere ser es un caudillo dispuesto a ridiculizar a los adversarios políticos para deshumanizarlos.
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