Cataluña hace demasiado tiempo que es una región siniestra en el que cada día se restringen más las libertades. La obsesión del separatismo por la lengua catalana no lo hacen porque amen mucho su cultura, es una pura cuestión de dominio, de dejar claro quién manda.
Y no solo en Barcelona, Tarragona, Lérida o Gerona. O los paramos, o acaban con nuestros derechos civiles, porque estos son de los que no pueden soportar que escribas “Gerona”, pero el «Osca» o «Terol» no se lo quitan de la boca, como si Aragón fuera tierra conquistada por Salvador Illa.
Como los separatistas no tienen bastante con oprimir a sus conciudadanos, quieren extender su dominio opresivo a todos los españoles. Y, poco a poco, van consiguiendo que el resto de España se parezca a la distopía catalana gracias al PSOE y a Sumar, que desde el Gobierno de España les prestan todo su apoyo.
Gracias al rencor que han inculcado a buena parte de la población catalana durante más de una década desde TV3, Catalunya Ràdio, RAC1 y el aluvión de medios de comunicación controlados por los separatistas y sus compañeros de viaje el totalitarismo lingüístico sigue avanzando, mientras se amenazan los derechos civiles de la mayoría de catalanes castellanoparlantes.
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