Un servidor que fue, allá por los años 70 y 80, comunista (del PSUC y del PCC), antes que “fatxa”, piensa que las llamadas zonas de bajas emisiones (ZBE) – cuya implantación parece estar ahora tan de moda y son muchos los ayuntamientos de Cataluña además del de Barcelona donde ya está implantada – que las quieren imponer a macha martillo en sus ciudades (como Tarragona, Lérida, Gerona, Hospitalet de Llobregat o Reus). Y la presentan como una medida progresista, verde y moderna, pero en realidad, según mi humilde opinión, no dejan de ser medidas hipócritas que representan un atentado más contra las libertades y contra los sectores más humildes de la sociedad.
Resulta que la gente más acomodada puede cambiar de coche con facilidad, sin que su economía se vea especialmente resentida, y no se verá por tanto afectada por la implantación de las susodichas ZBE pero, las familias trabajadoras más humildes, que dependen de un vehículo viejo para desplazarse o ganarse la vida, serán como apestados paulatinamente expulsadas del centro de las ciudades. La medida no deja de ser un atentado a la libertad de circulación y es profundamente clasista: convierte la movilidad en un privilegio de ricos y se margina a los de siempre.
Además la Generalitat, en su desmedido afán recaudatorio, ahora gobernada por Illa y el PSC, ya nos cobra el infausto ‘impost sobre les emissions de CO₂ dels vehicles’ (creado en el año 2019), un impuesto confiscatorio, una auténtica engañifa, que afecta a unos 2,4 millones de vehículos (el 44% del parque móvil de Cataluña). Yo en mi caso ya he recibido la notificación por la que tengo que pagar este año, por dicho impuesto, 17,50 €, un atraco a mano armada, dirigido también a las familias más humildes que no pueden comprase un coche nuevo.
A este hay que añadir el abusivo impuesto de circulación que te cobran cada año los ayuntamientos. Curiosamente la Comunidad Valenciana, era la otra región española en la que se cobraba también el impuesto por ‘emissions de CO₂ dels vehicles’ , así lo aprobó en el año 2022 el gobierno de izquierdas: PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem. Aunque en el año 2024 fue felizmente derogado por el gobierno del PP con el apoyo de VOX.
En realidad, quienes vienen aplicando este tipo de medidas, es una “izquierda caviar” disfrazada de progresista, que proclama luchar en favor de los sectores populares y contra los privilegios (cuando hace todo lo contrario ), y en cuanto pueden se instalan en los modos de vida más acomodados y elitistas. En la práctica, sus políticas aplican aquello de: ¡Eres pobre! Pues “fes-te-fotre”.
Si de verdad quieren defender el medio ambiente, donde gobiernan, empiecen por dar ejemplo y supriman o reduzcan por ejemplo: buena parte de sus enormes flotas de coches oficiales. O sr. Sánchez, deje usted de utilizar tan abusivamente, como lo hace, el avión “Falcon” como un jet privado, ¿ sabe usted las toneladas de CO₂ que emite en cada uno de sus viajecitos?
Y ya puestos podrían mejorar y abaratar considerablemente el transporte público, que desde que ustedes gobiernan es cada vez más deficiente. O podrían ofrecer más recursos y ayudas para la renovación de los vehículos más antiguos. O mejorar también la muy deficiente limpieza urbana de las ciudades donde gobiernan, que también es contaminante. Por no hablar de la falta de limpieza de los montes y de los bosques que tanto incrementa la posibilidad de que se produzcan terribles incendios, como los sufridos este año. Pero, por favor, dejen ustedes, en nombre de su falsaria agenda “progre”, de machacar a la gente más humilde.
Por cierto, ahora que Pedro Sánchez y su “embajador” Zapatero, no dejan de visitar China, podían también exigir a su amigo Xi Jinping que empiece a implementar medidas que lleven a reducir drásticamente los elevadísimos niveles de contaminación de China, que es el país con gran diferencia que más contamina del mundo (es responsable del 33% de las emisiones globales de CO₂, mientras la Unión Europea lo es del 8%) y la gran mayoría de ciudades de China presentan niveles de contaminación que superan entre 5 y 10 veces los límites recomendados por la OMS.
Salvador Caamaño Morado
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