El separatismo catalán envilece todo lo que toca, y lo convierte en basura. Por ejemplo, el Centro de Estudios de Opinión, el llamado ‘CIS catalàn’, ahora se dedica a hacer encuestas para justificar el supremacismo lingüístico de la Generalitat que excluye la lengua mayoritaria, el español, de la escuela catalana. Sondeos a la carta que son muy útiles para la propaganda independentista que asegura que una amplísima mayoría de la población es una ardiente defensora de la exclusión del español de la educación.
Es lo mismo que el separatismo ha hecho con la educación, permitiendo que asociaciones integradas por radicales separatistas y generosamente subvencionadas por la Generalitat, como Plataforma per la Llengua, espíe impunemente la lengua que hablan los niños en los patios de los colegios. Por no hablar del adoctrinamiento escolar a base de libros infantiles de texto que ponen a Cataluña al mismo nivel de otros países de la Unión Europea, como si fuera un Estado más, o que hablan de la Guerra de Sucesión como un conflicto ente Cataluña y España, cuando en realidad fue una guerra civil entre españoles por cuestiones dinásticas.
Los medios de comunicación de la Generalitat, TV3 y Catalunya Ràdio, gracias a la gestión de los partidos separatistas se han ido degradando hasta convertirse en herramientas de odio no solo hacia todo lo que huela a español, también hacia los millones de catalanes que se sienten españoles. El caso del Síndic de Greuges, el Defensor del Pueblo a la catalana, ha llegado a unos niveles de degradación increíbles — se dedica a defender a la administración independentista frente a los ciudadanos — gracias al ‘compañero de viaje’ separatista Rafael Ribó.
Los colegios profesionales que han sido tomados por el separatismo se han ido degradando, dejando de ser herramientas al servicio de sus colegiados para ser correa de transmisión del independentismo. Las universidades públicas, como la UAB, se ha convertido en un coto de caza de las bandas de la porra de los radicales separatistas para agredir a jóvenes constitucionalistas. En la UB hay un rector separatista que permite que en el claustro se insulte impunemente a profesores no secesionistas. En todas las universidades públicas hay buzones para que los chivatos lingüísticos persigan la lengua que usan los profesores.
Los Mossos d’Esquadra son una policía política que protege a violentos separatistas, como los que cortan desde hace dos años y pico la Meridiana de manera impune, mientras que no detienen a nadie cuando revientan carpas de Cs, PP o VOX, o amenazan o agreden a líderes constitucionalistas. ¿Por qué no impidieron este sábado el corte ilegal de la Meridiana que Interior prohibió? Entre otras razones porque la presidenta del Parlament, segunda autoridad de la Cataluña autonómica, estaba en la manifestación dando alas a los más concentrados más radicales.
Esta es la Cataluña del separatismo. Una tierra degradada en el que cada día los secesionistas violan los derechos cívicos de los millones de catalanes que no son independentistas. Todo lo que tocan lo convierten en basura, como en la foto que hizo Eduardo González Palomar hace unos años de un instituto de secundaria en Vic: esteladas en las fachadas para que los niños las vieran cada día.
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