Los socialistas catalanes, que están aplicando el programa separatista de Esquerra Republicana – los de Junqueras y Rovira dirigen la política lingüística, la cultural y TV3 – saben que corren el riesgo de perder buena parte de su electorado no independentista y para eso están recurriendo a una maniobra bastante rastrera.
Al mismo tiempo que el PSC no iza la bandera nacional, tal y cómo le obliga la Ley de Banderas, en docenas de ayuntamientos catalanes en los que gobierna, se dedica a reunirse con el Rey Felipe VI para hacer ver que son un partido «constitucionalista» y que «cumplen las leyes».
Pero no las cumplen. Porque la Delegación del Gobierno en Cataluña, que dirige el dirigente del PSC Carlos Prieto, no obliga a los consistorios a que respeten la Ley de Banderas. Salvador Illa o Jaume Collboni se reúnen con Felipe VI, símbolo de la unidad nacional, mientras docenas de alcaldes y regidores socialistas desprecian a la bandera nacional. Un doble juego de manual.
Así, el PSC ejecuta la política hispanófoba de exclusión del castellano en Cataluña – una de las principales exigencias de ERC para votar la investidura de Salvador Illa – y, a continuación, manda a Salvador Illa o Jaume Collboni a posar sonrientes con el Jefe del Estado.
Felipe VI, que tiene la obligación de recibirles como encarnación de la unidad nacional, acaba sirviendo de blanqueador de una política antiespañola. Solo en esta esta clave hay que situar la próxima reunión de Salvador Illa con Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela, los socialistas van porque les conviene, porque bien que Pedro Sánchez toleró los continuos ataques de Podemos a la Casa Real cuando los de Iglesias estaban en el Gobierno.
No podemos caer en la trampa. Lo importante no es la «política de gestos», sino los hechos. Y los hechos son que el PSC se ha vendido al separatismo, que ha comprado su hoja de ruta para poder acceder a la presidencia del a Generalitat y que aplica, con convicción, la política de persecución lingüística del separatismo.
Por ejemplo, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni despidió a trabajadores municipales por no acreditar el dominio del catalán. Y no tenía ni la mala excusa de «atender al público», dado que entre ellos había un cocinero, un clarinetista de la orquesta municipal y empleados de la limpieza.
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