Hay algunos titulares que nunca me gustaría ver en los medios de comunicación, entre ellos la mala praxis por parte de los cargos públicos en las instituciones a las que representan. Es negativo no solo para quien presuntamente ha incumplido la ley, sino también para el conjunto de la clase política, dando un motivo más para que los ciudadanos desconfíen de los servidores públicos.
Lamentablemente, observamos que algunos políticos, a través de sus acciones y comportamientos, olvidan que a la política se viene a servir y no a servirse ni a ser servidos.
Lo que es evidente, es que el Gobierno Municipal de la Sra. Colau está dando mucho trabajo a los tribunales: la moratoria hotelera, las multiconsultas para la elaboración del Reglamento de Participación Ciudadana, la tasa a los pisos vacíos, la retirada del busto del Rey del Salón de Plenos, la Zona de Bajas Emisiones, el dentista municipal… y recientemente, el pasado mes de marzo, tuvo que declarar como investigada por los presuntos delitos de prevaricación, malversación de caudales y tráfico de influencias por la concesión de subvenciones a entidades afines.
En estos días, la alcaldesa Colau ha vuelto a ser noticia. En este caso sobre presuntas coacciones y prevaricación administrativa por el Caso Bloc Llavors, una finca propiedad del Fondo Vauras Investment que fue ocupada.
Soy de las personas que cree en la presunción de inocencia y, como no puede ser de otra manera, confía plenamente en la Justicia; por lo tanto, no creo que se tenga que hacer ningún juicio paralelo sin que exista una sentencia firme.
Ahora bien, todos hemos de ser responsables con nuestra hemeroteca y con nuestro filtro ético. No se debe exigir al otro lo que uno no va a ser capaz de hacer si se encuentra en circunstancias similares, en idioma coloquial: “Consejos vendo que para mí no tengo”.
Y esto ha pasado con declaraciones de la Alcaldesa ante otros políticos que estaban imputados sin tener una sentencia firme. Ante estas manifestaciones, lo mínimo que debería hacer es pedir disculpas por no haber respetado la presunción de inocencia y la promulgación de sentencia firme.
Por otro lado, aunque hay acciones que la normativa parecer permitir, (ser un cargo de confianza y presentarse a unas oposiciones) como hemos sido conocedores, nunca deberíamos olvidar que ética y función pública deben ir de la mano. Y cómo decía Aristóteles: “No se enseña ética para saber qué es la virtud, sino para ser virtuoso”.
Marilén Barceló. Concejal de Valents en el Ayuntamiento de Barcelona
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