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El Catalán Opinión

Como en Kosovo

"Como bien señala Antonio Robles en “Extranjeros en su país”, la expresión “lengua propia” ya invita a la exclusión".

Por Ángel Mazo da Pena
sábado, 31 de mayo de 2025
en Opinión
4 mins read
 

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Se preguntaba Michael Ignatieff con ocasión de la guerra de Kosovo: “¿De qué sirve ayudar a la gente a ser libre si ésta emplea su libertad para perseguir a los antiguos perseguidores?”.

Se lamenta continuamente el nacionalismo catalán de la represión de la lengua catalana durante el franquismo (la queja será eterna, dada la obsesión por ella como única seña de identidad explotable). Incluso cuando admite que fue suavizándose con el paso del tiempo, afirma que la actitud de rechazo se mantuvo hasta el final (algunos afirman también que “castells” y sardanas fueron permitidas sólo como parte del “rico folclore español”, que escriben así: en castellano y entrecomillado, para que la sorna produzca mayor indignación a sus lectores; un folclore, por cierto, al cual no conciben pertenecer).

Repiten que el uso del catalán estaba prohibido en toda clase de relaciones oficiales, documentos, en el nombre de las personas físicas y jurídicas, en los de las calles, en las iglesias, prensa, cine y radio, publicidad, etc.; y que si no llegó a prohibirse en los ámbitos privados y familiares no fue por falta de ganas del régimen, sino porque le era imposible fisgonear en el interior de cada domicilio. Un ambiente asfixiante del que se derivaron consecuencias fatales como el analfabetismo en la “lengua propia” (ya se sabe que la otra es “impropia” o, lo que es lo mismo, “propia de extranjeros”).

Como bien señala Antonio Robles en “Extranjeros en su país”, la expresión “lengua propia” ya invita a la exclusión. Si la lengua propia de uno es otra, uno está fuera de lugar, no es el catalán que el nacionalismo impone como auténtico… (¿exagera cuando añade que hay quien llama fascismo a esto?). Quieren convencernos de que no se trata de prohibir el castellano, sino de salvar el catalán, y de que no poder educar en la lengua materna -si es castellana- no supone discriminación sino integración o cohesión social. Para Robles, puro negacionismo.

Tanta queja del franquismo y tanta presunción de tolerancia… y acaban comportándose del modo que critican: relaciones oficiales, documentos, nombres de personas físicas y jurídicas, de calles y plazas, en las iglesias, prensa, cine y radio, publicidad, etc.; no faltan ganas de fisgonear en las casas y tienen que conformarse con hacerlo en los patios de los colegios. Al final: garrafales faltas de ortografía en la lengua de 600 millones de personas en el mundo. Ésta sí es una fatal consecuencia; el catalán que sabe bien catalán y castellano, es culturalmente más rico que el que sólo sabe catalán, y sus posibilidades en la vida son mucho mayores. ¿Quién me discute esto? (Hay otras consecuencias en las que no voy a entrar, como las paranoias desatadas en la Escuela Gaspar de Portolà -Balaguer- o la Escuela Guinovart -Castelldefels-).

Albert Boadella va más allá y nos señala que la exigencia del catalán no es sólo en lo ortográfico o gramatical, sino que encierra una sutil manipulación del lenguaje. Por ejemplo, cuando se dice: “Cataluña y España”, o “los catalanes y los españoles”, se está adoctrinando a las nuevas generaciones de catalanes con una historia de ficción, manipulada para señalar al enemigo (sin enemigo no hay nacionalismo). Se afianza la idea de que Cataluña fue la gran víctima de la dictadura (no así Extremadura, Castilla ni Andalucía). Es la fórmula mágica para la reclamación constante de la deuda que debe pagar el resto de ciudadanos españoles, siempre sospechosos de fascistas.

Permítanme una pequeña digresión, pero es que viene muy al caso: TV3, en los días previos al reciente cónclave, decía que eran susceptibles de ser elegidos como Papa ¡seis españoles y un catalán! (algo parecidísimo a la contabilidad de las medallas olímpicas españolas y catalanas, cada vez que hay Olimpiadas). Pero es que, encima, se estaban refiriendo ¡al Cardenal Omella!; supongo que se dirá que es catalán por ser el actual Arzobispo de Barcelona, aunque haya nacido en un pueblo de Teruel y haya sido obispo en Zaragoza, Barbastro-Monzón, Calahorra y La Calzada-Logroño; la tozuda realidad hizo que sus más que loables esfuerzos por hablar correctamente catalán no le impidieran cometer un gracioso error durante la entrevista que se emitió a continuación.

¡Qué confusión! Josep Pla decía que “Un catalán es un español cien por cien, al que le han dicho que tiene que ser otra cosa”; al catalán no nacionalista “se le niega el carnet” de catalán; del personaje importante se dice que lo es por poco catalán que hable; y si se trata de un campeón del Barça, es “dels nostres” hable lo que hable, y sea holandés o argentino.

¿Le apetece a Vd. un poco más de manipulación y TV3? Pues ahí va: hace sólo dos días se hablaba del retorno de obras artísticas a Sijena o Sigena (Sixena, al igual que Saragossa, Osca i Terol, funciona con vara de medir distinta a la de Lleida y Girona). Al hilo de las correspondientes noticias, se habló también de obras de arte religioso profanadas durante la guerra civil 1936-1939 en ciertas partes de Cataluña. Se vieron algunas imágenes; fue en ese momento cuando conecté el televisor y me dije: “¡Anda!” (Vd. ya imaginará por qué me dije eso). Rebobiné y puse atención…; efectivamente, en ningún momento se indicó quiénes habían sido los profanadores; sí, en cambio, que la guerra había sido iniciada con un golpe de Estado fascista (sic), ¡blanco y en botella!; nada de contextualizar con lo sucedido antes (justo después de la proclamación de la Segunda República en 1931, o del triunfo del Frente Popular en 1936); sí los desvelos de la Generalitat para preservar las maravillas de Sixena. Los niños de mis paisanos que no ven otro canal, ya saben pues a qué atenerse. Sus padres también.

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TV3, el tamborilero del Bruc del procés

Sergio Fidalgo relata en el libro 'TV3, el tamborilero del Bruc del procés' como a los sones del 'tambor' de la tele de la Generalitat muchos catalanes hacen piña alrededor de los líderes separatistas y compran todo su argumentario. Jordi Cañas, Regina Farré, Joan Ferran, Teresa Freixes, Joan López Alegre, Ferran Monegal, Julia Moreno, David Pérez, Xavier Rius y Daniel Sirera dan su visión sobre un medio que debería ser un servicio público, pero que se ha convertido en una herramienta de propaganda que ignora a más de la mitad de Cataluña. En este enlace de Amazon pueden comprar el libro.

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Etiquetas: Ángel Mazo da Penabilingüismo
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