Las paradojas son ideas -o situaciones- contrarias a nuestro sentido común, contradicciones para la lógica ordinaria (ésas cuya explicación decía que me divierte buscar). Nos paralizan la mente temporalmente, pero nos mueven a reflexión y humildad al comprobar nuestra limitación para comprender ciertas cosas; y a los farsantes los desenmascaran.
Desde los griegos, se han ido recopilando y difundiendo muchas e interesantes paradojas. Entre ellas, la de “la serpiente”: si una serpiente se come la cola, y sigue, y acaba comiéndose todo su cuerpo, ¿dónde está al final; dentro de su estómago que, a su vez, está dentro de ella?.
He escogido este ejemplo porque distintas culturas lo han utilizado para explicar lo infinito, lo eterno, lo cíclico, el mal que le hace a uno el ombliguismo… Ya adivina el fiel lector por dónde voy.
Se publicará esto ya en junio, pero ayer tarde hubo una reunión en Berlín en la que el muy honorable secuestrador de Cataluña decidió que volvía (el “procés” es de naturaleza irremediablemente cíclica, por lo que se ve) a querer ser investido como President de la Generalitat (y Elsa Artadi nos aclara ¡hoy! que eso será “ahora o más adelante”…; un eterno alargar, el cuento de nunca acabar…).
La semana pasada vimos que el secesionismo es inagotable (inasequible al desaliento, si usted prefiere) explotando viejos tópicos; pero también lo es produciendo nuevas paradojas que nada tienen que envidiar a las clásicas. Sí, nos paralizan la mente a golpe de telediario pero desnudan a los farsantes (¡qué asco!) ante nuestra vista. Diré alguna sin ánimo (ni posibilidad) de ser exhaustivo…
Aunque tras el auge de los CDR hablan menos de “revolución de las sonrisas”, tradicionalmente nos repiten siempre lo de la no violencia y los ambientes pacíficos/festivos… pero la bandera estelada en que se envuelven, durante los festivales de coros y danzas de ANC y ÒC, es la del Estat Català; partido fundado en 1922 por Francesc Macià, una organización política y de combate que tenía en sus orígenes carácter insurrecionalista y llevaba a cabo acciones militares contra la dictadura de Primo de Rivera. Como esto no se dice, pocos lo saben en las calles que dicen suyas.
Hablan de defender el Estado de Derecho quienes, en los conocidos como “plenos de la vergüenza” del pasado septiembre, aprobaron las leyes del referéndum y de transitoriedad hacia la república (reformando –forzando- previamente el reglamento del Parlament para fundir en un único procedimiento el de lectura única con el de urgencia, a fin de que no se presentaran los proyectos de ley ni se discutieran enmiendas, que no hubiera debate previo ni quedase informada la ciudadanía).
Por cierto, a partir de este año podríamos tener tres o cuatro diadas en menos de un mes si se quieren celebrar los victoriosos plenos, el humillante 1714, la fastuosa DUI, las imágenes del inolvidable 1-O…
Hablan de Golpe de Estado (por la aplicación del 155) los golpistas que declaran sin ambages estar en contra del orden constitucional de 1978 y no querer supeditarse a leyes ni instituciones españolas; los que son miembros de un hemi-hemiciclo (no es un error; una vergüenza sí…) que no es titular de la soberanía popular (aunque tenga sus competencias) ni posee poder constituyente. Cuando creen (según su criterio) que procede, se quejan de que no se respeta la Constitución, ¡sin ruborizarse!.
Hablan constantemente de politización de la justicia y de judicialización de la política quienes, con la ley de transitoriedad querían asegurarse el control sobre el Poder Judicial con un presidente del Tribunal Supremo nombrado por el de la Generalitat, un ministerio fiscal nombrado por el Parlament (no se decía si elegido), e impunidad asegurada para delitos relacionados con el “procés” (“et gloria in sempiternum”).
Propugnan la inmersión lingüística en lengua catalana (vehicular en la enseñanza) y manifiestan hacerlo (“nobili intentione”) por conseguir una perfecta cohesión de quienes viven en Cataluña -cualquiera que sea su lengua materna, ¡claro!-; pero al actuar de espaldas a la realidad, cuanto más insisten en “cohesionarla” más consiguen dividirla.
La sociedad catalana está más que politizada pero, en los entornos próximos ya nadie, casi ningún individuo- habla de política para evitar confrontación inmediata. Sí se explicita (y vocifera) en masa y en “sus, y sólo sus” calles.
Se quejan de todo lo español, en particular de las leyes, pero con la excepción de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que conviene mucho a su “procés” ya que en Barcelona es algo más del doble, grosso modo, el número de votos necesario para obtener un escaño (comparando con las otras tres provincias).
Insisten en reivindicar el derecho de autodeterminación que, ciertamente, contempla la ONU, pero silencian para qué supuestos, que Cataluña no está en el listado (web ONU) de los territorios del mundo donde es aplicable, sustanciosas declaraciones de dos Secretarios Generales que van contra el procés…
Visto que esta reivindicación no prospera, ahora insisten en que “la ONU ha reñido a España” (lo que es falso: la ONU simplemente “ha admitido a trámite” una queja de Jordi Sánchez sobre sus derechos políticos al no permitirle el juez asistir a una sesión de investidura; y, al comunicar tal admisión a trámite, ONU ha recomendado que, mientras decide al respecto, el Estado tome todas las medidas necesarias para asegurar que se garantizan esos derechos, sin osar denunciar que no se esté haciendo; lo deja así de claro y abre un plazo de 6 meses para que el Estado presente alegaciones).
Convencen (a los que se dejan) de que el Estado se niega sistemáticamente a hablar, a dialogar… pero Mas no tenía reparo en alardear públicamente de su astucia y de que había que “engañar al Estado” (traducción literal). Piden diálogo cuando están contra las cuerdas pero deciden no explicarse en el Congreso/Senado (sólo lacitos y cartelitos), Conferencia de Presidentes Autonómicos… De su concepto sobre la mediación internacional o la labor moderadora de la corona, es mejor no hablar…
Propagan que Madrid tumbó el Estatut, pero no dicen que fueron pocos los artículos tocados por inconstitucionales (es un filtro que, lógicamente, toda ley ha de pasar y ya sabían que no pasaría, y mucho me temo -por lo que veo con el paso del tiempo- que de eso se trataba, precisamente).Sólo un artículo fue eliminado por completo (el que pretendía que Cataluña tuviera un poder judicial separado del español… ¡menos mal!, ¿en qué infierno nos encontraríamos ahora?).
Puigdemont dice que la justicia española no respeta las garantías procesales, pero no ha podido citar un solo caso en que haya ocurrido durante los procesos seguidos con los demás golpistas (bien que lo habría hecho…).
Recuerdo ahora brevemente cuáles son porque muchos lo ignoran: derecho a un juez ordinario, independiente (el CGPJ no imparte justicia, es administración), imparcial (no amigo ni pariente de parte), derecho a la defensa (a tener abogado), a presentar pruebas, a sentencia en plazo razonable (si no hay dilaciones indebidas), a intérprete (si se requiere), a no declarar contra uno mismo, a no declararse culpable, a la presunción de inocencia (hasta sentencia firme), a que se ejecuten las sentencias (en plazo), al recurso de amparo ante el TC y, luego, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Dejo para otro día el hecho de que alardee de democrático un movimiento que es profundamente antidemocrático, totalitario. Hoy sólo llamo su atención sobre el hecho de que es característica de los sistemas democráticos la alternancia en el poder… eche usted la vista atrás. Bien, pues… tras décadas de gobierno, se resisten a perder protagonismo: 13 familias copan el 20% de los diputados de CiU y ERC; el 55’3% de catalanes con el castellano como lengua materna se traduce en el 21’67% de diputados castellanohablantes, (31% y 79’38%, respectivamente, en el caso del catalán). Si no es segregación, algo pasa.
Tópicos, paradojas…, y tantas cosas como voy señalando en esta serie de artículos sobre higiene mental hacen que, como dice Freixes, Cataluña requiera con urgencia la llegada de trenes cargados de psiquiatras. Por cierto (y esto lo digo yo): en asunto de enfermedades mentales, funciona la ley de la demanda inversa: quienes más ayuda necesitan, menos la piden.
Acabo con una frase de Víctor Hugo que suena a paradoja de las que llaman a reflexión, usted verá si viene al caso: “Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”.
Por Ángel Mazo
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