Novelista, dramaturgo y periodista, el británico Gilbert K. Chesterton murió un mes antes de estallar la Guerra Civil española, con 62 años. El autor de las célebres historias del ‘Padre Brown’ se convirtió al catolicismo.
Creía que el interior de todo ser humano está lleno de voces como una selva, “el sano gobierno de la vida –afirmó- consiste en llegar a la conclusión de que algunas de esas voces tienen autoridad y otras no”. Él perseguía un código moral lleno de sentido común o una visión general de la vida con la que orientarse.
A pesar de tener ideas diferentes, veía a Bernard Shaw (premio Nobel de Literatura, en 1925, y con un óscar por su guión cinematográfico en Pigmalión, 1938) como uno de los hombres más inteligentes y, en muchos aspectos, uno de los más sabios. También subrayó que la mayoría de los detractores de Rousseau no le habían leído y que evitaban leer el Contrato Social por su claridad y lucidez.
Hombre honrado, empático y seguro de sí, Chesterton sostenía que muchos veían con disgusto la solidez de las convicciones Rousseau, “y el hecho de que, como los antiguos teólogos, podía mantener ideas generales a machamartillo”. Liberalismo y respeto.
Miquel Escudero
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