Picasso dijo que muchos pintores querían ser como él, pero que no era el caso de Balthus. De origen polaco y nacido en París, su nombre completo era Balthassar Klossowski de Rola (1908-2001). Además de conde, Balthus fue el único artista en vida que tenía expuestas obras suyas en el Louvre; estaban incluidas en la colección privada que Picasso donó al museo.
Cuando Balthus tenía unos diez años, Rainer María Rilke y su madre, ya separada, fueron pareja y, en sus memorias, Balthus manifestó su gratitud por los desvelos que el poeta tuvo por él.
Amigo de Fellini, Saint-Exúpery y Camus, Balthus creía que la tarea del artista es captar la precariedad de la felicidad, así como las vibraciones secretas de las cosas y de los seres. Se precisa trabajar en silencio, y una intensa observación para ahondar en el vínculo de todas las cosas. Entendía que hay que elevarse hacia la belleza y vencer la desgracia. Y, como humilde pasador de imágenes, retener lo percibido.
Balthus sostiene que “captar la fragilidad de los pétalos y la languidez de los gatos y las niñas requiere una paciencia infinita, que no tiene nada que ver con las prisas de la vida moderna”
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