Desde hace meses, Aliança Catalana, el partido liderado por Sílvia Orriols, viene registrando un crecimiento sostenido en los sondeos. Una de las causas principales de este ascenso es el descontento que ha crecido entre votantes independentistas hacia ERC y Junts, tras los pactos que algunos interpretan como concesiones con el PSC. Muchos separatistas se sienten traicionados ante lo que ven como cesiones en temas clave como la lengua, la educación y las políticas identitarias, lo que está generando una búsqueda de alternativas más firmes dentro del separatismo. Aliança Catalana ha sabido posicionarse como esa opción, prometiendo contundencia en la defensa de la identidad catalana y un discurso sin matices sobre el orden y la seguridad.
Paralelamente a ese descontento soberanista, otra veta del crecimiento de Aliança tiene que ver con la preocupación ciudadana sobre la delincuencia y la inmigración ilegal. Según varios barómetros, estos temas han escalado posiciones entre las principales inquietudes de los catalanes, especialmente en municipios del interior, zonas rurales o comarcas con menor densidad urbana. Orriols ha logrado conectar con votantes que sienten que los partidos tradicionales del separatismo, incluido el PSC, no han protegido adecuadamente la seguridad ciudadana, y que la inmigración no está siendo gestionada de forma controlada.
Los últimos sondeos arrojan cifras que evidencian este crecimiento: en las elecciones al Parlament de Cataluña de 2024, Aliança Catalana logró entrar por primera vez con dos escaños y alrededor de 118.000 votos, lo que supuso cerca de un 3,8 % de los sufragios. Ahora, los estudios más recientes apuntan a que podría aumentar hasta los trece o catorce diputados en unas futuras elecciones, lo que implicaría multiplicar por siete su representación actual. Este salto cuantitativo reflejaría no solo una consolidación de su base inicial, sino también la ampliación de su electorado hacia perfiles que antes se movían entre otras formaciones.
Este ascenso no se da de forma aislada: está ligado al retroceso de Junts en los sondeos. Donde Junts había sido la opción natural para muchos independentistas con énfasis en la identidad, ahora Aliança Catalana le está restando apoyos, fruto tanto del desapego hacia los acuerdos de gobernabilidad como de la percepción de que Junts ha cedido terreno en los pactos con el PSC. En muchos casos, quienes votaban a Junts y sienten que este ya no es lo suficientemente contundente encuentran en Orriols una voz que promete no negociar ciertas líneas rojas. ERC, aunque al principio fomentó bajo la presidencia de Pere Aragonès a Aliança para dividir a Junts, también comienza a pagar el pato y tiene fugas de votantes.
El PSC, por su parte, aunque seguiría siendo la fuerza más votada según los sondeos más recientes, está viendo un trasvase de votos hacia Aliança Catalana, no solo de Junts sino también de ciertos electores socialistas descontentos con la gestión de la inmigración, la seguridad y la percepción de que los barrios de las grandes ciudades y los municipios pequeños no están lo suficientemente protegidos. En algunos estudios, Aliança compite con VOX como receptora de ese electorado que se siente abandonado o marginado por las políticas del PSC o por acuerdos que consideran ambiguos. Ahora mismo es VOX quién tiene más éxito entre el antiguo electorado socialista, pero Aliança también conseguiría apoyos en este sector.
Una de las claves del éxito táctico de Orriols ha sido presentarse como una opción distinta: separatista pero no permisiva, conservadora en lo identitario, firme en inmigración, dura en seguridad. Esa combinación apela a quienes se identifican con el soberanismo pero rechazan lo que perciben como blandura institucional, y también a quienes han votado tradicionalmente al PSC pero ahora priorizan temas como inseguridad, orden público e inmigración por encima de otros. Esa doble vía le permite captar de ambos lados del espectro y reforzar su posición en el tablero político catalán.
Las líneas de debate político giran cada vez más en torno a no solo ser o no ser independentista, sino en quién representa mejor esa independencia entendida como identidad homogénea, y en qué grado la inmigración y la seguridad deben convertirse en prioridades frente a otras políticas sociales. Aliança Catalana ha logrado capitalizar ese cambio de agenda. Su ascenso parece responder tanto al malestar con los pactos de ERC, Junts y PSC como al sentimiento de que los partidos clásicos no ofrecen respuestas contundentes en seguridad e inmigración.
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