El sanchismo, junto con todas las consecuencias que ha traído consigo, toca a su fin. El ansiado momento de la esperanza, dando carpetazo a las políticas incalificables derivadas del control del Gobierno por parte del comunismo y del separatismo, está a punto de hacerse realidad. Tan solo nos queda el requisito de ir a votar el domingo que viene, los que no han tramitado su voto por correo, y que el recuento sea bajo las directrices de la legalidad, sin sorpresas en las mesas electorales y con el voto gestionado por Correos a la altura de las circunstancias.
Con todo yendo según lo previsto se augura un éxito de participación y también en lo que esperamos sea el resultado final. Las expectativas, salvando los mensajes manipuladores del CIS que ya no se cree casi nadie, vaticinan la buena noticia de un previsible cambio en el Gobierno de España.
El domingo 23J debe priorizarse la necesidad de ir a votar, aunque estemos hablando de una cita en pleno mes vacacional y veraniego como es julio. La convocatoria en el tramo final de dicho mes no debe condicionar el ejercicio de nuestro derecho al voto. Más, si cabe, en este singular momento en el que existe la posibilidad de acabar con la lacra que ha supuesto el paso del narcisista Sánchez, junto a todo su séquito de figurantes y palmeros, por el Gobierno de la nación. Hazlo posible, de ti depende.
Ahora es el momento de opinar y decidir el futuro de lo que de verdad importa, de España. Está en juego mucho más de lo que pensamos, tras todas las cesiones y concesiones brindadas a los que integran el núcleo de confianza del PSOE. El momento de los antiEspaña debe acabar. Debe retirarse con urgencia la alfombra roja que el sanchismo vendepatria ha brindado a sus socios golpistas del lacito amarillo y a los herederos del terrorismo. Sin olvidarnos de que, cuanto antes, deben revertirse las meteduras de pata del comunismo rancio podemita. Ese que va de feminista mientras libera a violadores y pederastas o consigue enfrentar al propio colectivo del arcoiris.
Tenemos la obligación de ir a votar y hacerlo sin complejos. Con la necesidad de que el Gobierno que venga sea capaz de restaurar el orgullo a los españoles. Es mucho el trabajo que hay que hacer y mayúsculo el esfuerzo que supondrá corregir tantos errores. Por eso será imprescindible la energía de los convencidos. Los que seguro serán más solventes en su postura que, por ejemplo, un cantamañanas como es el presidente Page, un experto levantador de polvo al que le falta coraje y valentía para afrontar de cara el mal interno que está suficientemente diagnosticado en el socialismo español.
El domingo deben ganar los que han de solucionar la encrucijada y sentar las bases de un futuro prometedor para la patria común de todos los españoles. Debemos pasar del menosprecio a España, santo y seña del sanchismo, al orgullo por ser lo que somos. Por eso es necesario que, a la hora de elegir al nuevo presidente, éste disponga del apoyo de una mayoría parlamentaria capaz y valiente para acometer las medidas que se necesitan, renovadas y sin continuismo. Por eso hemos de hacer que VOX gobierne o que se cuente de forma imprescindible con ellos en el Gobierno de España. Gobernando o tutelando y fiscalizando las medidas a llevar a cabo, su empuje garantizará el futuro para la renacida España que deseamos.
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