El pasado 6 de junio las rectoras y rectores de las 76 universidades —públicas y privadas — de la CRUE, Conferencia de las Universidades Españolas, han formulado una petición al Gobierno de España, nada más y nada menos, al ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades para, según han declarado, que “los nuevos desafíos de la globalización requieren que las universidades tengamos un interlocutor dedicado en exclusiva a esas tres áreas clave en la construcción de una economía del conocimiento para, así, poder colaborar y alinear con mayor eficiencia las políticas de Universidad e investigación, tal y como sucede en los países más desarrollados”.
Y siguen argumentando que ”en estas cuatro décadas de democracia, las universidades hemos sido un potente motor de progreso y el principal ascensor social de muchos españoles.”
Reconocen las rectoras y rectores que “pese al principio de autonomía universitaria que recoge la Constitución, nuestra capacidad real de decisión es mínima una vez que hemos pagado nóminas y gastos corrientes”.
Curiosamente los rectores, que son mayoría, y las rectoras, que son minoría, no han captado la seria problemática que se lleva aconteciendo en algunas universidades catalanas ya que alguna de ellas ya han sido condenada por atentar y por vulnerar derechos fundamentales de nuestra Constitución, dado el escenario de boicots constitucionalistas en algunas universidades y otra como centro universitario arrastra un largo historial de apoyo al ‘proceso’, con claro sesgo ideológico y tibio ‘rechazo’ a la violencia de los radicales.
Y que en otra universidad de Cataluña fue boicoteado un acto sobre Cervantes, que como es conocido de los rectores y rectoras ha sido un autor que se ha distinguido especialmente en escribir sobre el “proceso independentista de Cataluña”.
Las señoras y señores rectores de las universidades españolas, por supuesto incluidas las catalanas, no se han enterado de la situación de falta de libertad de expresión y académica que está habiendo en algunas universidades catalanas y la pavorosa falta de libertad académica que ocurre en algunas de ellas.
En éstas se boicotean clases, profesorado, como han denunciado algunas asociaciones de profesorado y alumnado, como S’ha acabat! o Universitarios por la convivencia, ante la justicia y en chats. Pero da la impresión que el sectarismo de alguna rectora y rector de universidades catalanas no merecen la más mínima atención por parte de la CRUE, ello no es importante y en absoluto necesario, por ello han hablado en sus reuniones de pedir al gobierno que se cree una ministerio. Ver para creer. ¡Viva la Academia! ¡Viva la Autonomía Universitaria! ¡Viva la libertad de pensamiento en la Universidad!
Luis Fernando Valero
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