
El secesionismo catalán está preocupado tras su desastrosa gestión de la crisis sanitaria y la su falta de previsión que ha llevado al colapso de los hospitales catalanes. La sanidad es una competencia totalmente transferida a la Generalitat y han demostrado que cuando se trata de propaganda los separatistas son imbatibles, pero a la hora de gestionar los asuntos públicos, sobre todo las crisis, son unos incapaces. Cataluña lleva paralizada más de un lustro por la querencia independentista por la agitación, y no por la resolución de los problema de los ciudadanos.
Ante ello el poderoso aparato de propaganda separatista ha decidido lanzar tres mantras para no verse arrastrados por la crisis del coronavirus y desviar la atención sobre su irresponsabilidad. Y también, porque no decirlo, para que los infectados por haber acudido al mitin secesionista multitudinario (entre cien y doscientas mil personas apiñadas, según las fuentes) de Carles Puigdemont en Perpiñán en plena pandemia tengan un culpable externo que no sea su propia estupidez e inconsciencia.
Recordemos que el nacionalismo es una ideología que conforta mucho, porque el responsable de los males propios siempre es otro, sea un colectivo social o un país. En el caso del independentismo catalán el culpable de todo es el grupo de catalanes no secesionistas, en particular, y «España», en general.
El primer mantra del separatismo es el «España nos mata» y por eso piden el cierre total de las ‘fronteras catalanas’ y evitar así el «contagio» por parte del «resto de los españoles». Sobre todo de «Madrid», a la que han intentado asociar a un foco de peste bubónica, y por eso no han dudado en caricaturizar y satirizar la situación sanitaria de la comunidad. De ahí la lógica de tuits como el de Clara Ponsatí («De Madrid al cielo»), que recibió el apoyo de personalidades secesionistas como la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie (por cierto, flamante catedrática universitaria del Reino de España, tal y cómo publicó el BOE). La lógica de «ni un paso atrás» como lema vital del independentismo.
El «España nos mata» es la continuación lógica del «España nos roba», que por cierto, lo siguen usando. Buena parte del secesionismo acusó en los primeros días del estallido de la fase crítica la crisis sanitaria al Gobierno de España de escatimar el material sanitario imprescindible para los hospitales catalanes, cuando el Govern de ERC y JxCAT perdió semanas, tras el anuncio de China del foco de Wuhan, para aumentar sus reservas de respiradores, mascarillas, trajes de protección y otros elementos imprescindibles. Pero entonces Torra estaba en la «pantalla» de convocar elecciones en diferido y Esquerra, que detenta la consejería de Salud, en pactar los presupuestos a cualquier precio.
El «España nos mata» es útil para mantener la cohesión entre el sector más fanatizado del separatismo, que por desgracia es ahora mismo el mayoritario entre el soberanismo catalán. Los partidos separatistas, sobre todo los que están en el gobierno de la Generalitat, han convencido durante años a centenares de miles de catalanes que España es un «país autoritario» que encarcela por «delitos políticos y de opinión» a unos «luchadores por la libertad» que solo querían «poner las urnas» para que los catalanes «se expresaran democráticamente».
También les han vendido que España «les pega«, y ponen una y otra vez las imágenes de las cargas del 1 de octubre, para difundir la teoría de la eliminación física, que el «Estado español» está dispuesto a todo, incluso a «matar» y «herir» a los que intenten que el «pueblo catalán» se «exprese libremente». Este tipo de mensajes también fueron ampliamente difundidos durante otros dos momentos críticos de la historia reciente catalana: los atentados de las Ramblas, en los que parte del separatismo acusó al CNI y las instituciones del Estado de instigarlos, y en los disturbios tras la sentencia del Supremo en el juicio del ‘procés’, en el que parte del independentismo alentó a los radicales que asolaban el centro de Barcelona frente a unos cuerpos de seguridad, sobre todo la Policía Nacional (aunque los Mossos también recibieron fuertes críticas), a los que satanizaron como seres violentos que apalizaban sin piedad a los «luchadores» por la «libertad» que protestaban por una «sentencia injusta y antidemocrática».

Del «España nos pega» al «España nos mata» solo hay un paso. Y culpar a la «ineficacia criminal» del Gobierno de España como culpable de la muerte de catalanes es lo más lógico para desviar las responsabilidades de la Generalitat y, de paso, seguir sembrando la semilla del odio entre parte de la población catalana, la separatista, y el resto de españoles.
El segundo mantra es la continuación del primero, y es el «nosotros solos». Solo los catalanes, entendiendo por «catalanes» los que luchan por la «República catalana» pueden gestionar con eficacia la crisis sanitaria. Su tesis es que «nosotros solos» podemos plantar cara al virus ante una España atrasada e inoperante, que mata por su absoluta incapacidad de plantear respuestas a la epidemia. De ahí que la Generalitat de Cataluña insista en tener el control absoluto de la situación y las acusaciones del Gobierno de España de aplicar un «155 encubierto» con la promulgación del decreto del estado de alarma.
Básicamente significa lo siguiente: «Españoles, sacad vuestras sucias narices de los asuntos de los catalanes, dejad que nosotros, con nuestra policía, nuestros sanitarios y nuestra eficaz administración afrontemos los problemas. Somos mejores y más listos y no somos una panda de habitantes de un país del Tercer Mundo, que es lo que España es». Por eso la protesta constante: ante la asunción por parte del Ministerio de Interior de las tareas de dirección con los Mossos, ante las tareas de coordinación por parte del Ministerio de Salud en el reparto de material sanitario…
El tercer mantra se lo han dedicado al Ejército, es el «no queremos soldados, queremos sanitarios». La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha demostrado ser una herramienta formidable del Estado para afrontar una crisis sanitaria como la que estamos viviendo. La labor que ha hecho en IFEMA, levantando en los pabellones de la Feria de Madrid un hospital de campaña de 5.500 camas en un tiempo récord, preocupa al separatismo.
¿Una institución del Estado que es muy útil, y que además toda la opinión pública asocia a la «españolidad»? se preguntan los separatistas. Y máxime cuando hasta Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona que ha criticado la mera existencia del Ejército, ha agradecido la labor de la UME para acondicionar la Feria de Barcelona para acoger a personas en situación de vulnerabilidad.
La respuesta positiva por buena parte de la opinión pública catalana sobre la ayuda del Ejército para combatir la epidemia tiene muy preocupado al separatismo. No solo porque no soportan que soldados que llevan la bandera de España en su uniforme se paseen por Cataluña. También porque demostraría las miserias y la ineficacia de la Generalitat. De ahí que se hayan lanzado en tromba Quim Torra y consejeros como Alba Vergés o Miquel Buch para despreciar la labor de la UME, y que se haya una campaña salvaje de desprestigio contra el Ejército desde altavoces propagandísticos independentistas como Òmnium Cultural o desde la radio del Govern Catalunya Ràdio.
Por supuesto, el «no queremos soldados, queremos sanitarios» es un lema con trampa. Porque la Generalitat no puede contratar «soldados», pero si faltan «sanitarios» es por los recortes que los sucesivos gobiernos separatistas que desde el 2010 detentan la Generalitat se han dedicado a una orgía de recortes en Salud que han dejado la sanidad pública catalana en un estado muy precario. Y no es solo responsabilidad de JxCAT, ERC está en el Govern desde el 2015.
Resumiendo, el separatismo gobernante no está interesado en coordinarse con el Gobierno de España para resolver la epidemia del coronavirus. Solo busca esconder su responsabilidad y aprovechar la crisis, tal y como hizo durante la crisis económica del 2011-2015, para intentar avanzar en su objetivo de crear su ‘República catalana’.
Por Sergio Fidalgo
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