Ayer, tuvo lugar en el Cine Catalunya de Terrassa la proyección del documental “Bajo el silencio”, del director vasco Iñaki Arteta. El acto tuvo lugar en el marco de la colaboración entre la Asociación por la Tolerancia, que lleva celebradas veinte ediciones de su ciclo de cine, y Sociedad Civil Catalana, cuya delegación de Terrassa decidió el año pasado realizar una actividad similar en la ciudad del Vallés Occidental, llevando más allá de Barcelona la denuncia contra el fanatismo y la intolerancia nacionalista.
A pesar de las amenazas previas de los círculos nacionalistas radicales, que finalmente no hicieron acto de presencia, a la proyección asistieron unas 60 personas, además de miembros de todos los partidos constitucionalistas (Cs, VOX, PP y PSC). Antes de iniciar la película, se dirigieron al público presente el presidente de la Asociación por la Tolerancia, Carlos Basté López, quien celebró la organización de la segunda edición cinematográfica en Terrassa y la fructífera relación entre ambas asociaciones y se refirió a la larga lucha de Tolerancia contra el totalitarismo nacionalista en Cataluña, en la que ahora participan coordinadamente muchas otras asociaciones.
Por su parte, Cristina Gutiérrez Adell, presidenta de la Agrupación Territorial de Terrassa de SCC, defendió la pluralidad de la sociedad catalana, insistió en la defensa de los valores constitucionales en todo el territorio de Cataluña y respaldó la ejecución de la sentencia del 25 % en las aulas catalanas. Poco antes de iniciarse el documental, se dirigió al público Adela Arteta, hija del director de la película y activista de S’ha Acabat!, quien agradeció la asistencia y el apoyo a su padre del público presente.
“Bajo el silencio” relata la vida en el País Vasco tras el fin de la actividad terrorista, cuando aparentemente se ha impuesto la paz y la victoria contra el terror. La realidad es una sociedad fragmentada, donde las autoridades nacionalistas tratan de blanquear la historia del terrorismo, el silencio sigue siendo necesario protagonista, los terroristas son todavía vitoreados en algunas localidades y en la que quien quiere recordar a las víctimas se convierte en un provocador.
Como en la anterior proyección de la película, durante la XIX edición del Ciclo de Cine por la Tolerancia y contra el Terrorismo, el público asistió atónito a un despliegue increíble de indiferencia de tantos ciudadanos vascos ante el sufrimiento de sus vecinos e incluso a la miseria moral de otros que justifican o incluso defienden el asesinato como herramienta política. De este modo, por ejemplo, el inaudito caso del párroco de Lemona quien, desde una posición indisimulada de superioridad moral y política, no duda en defender a los terroristas y sus actos inhumanos se contrapone a la dignidad de las viudas y los huérfanos, que conservan la memoria de los suyos con valentía y orgullo. Toda una lección moral para cualquier demócrata.
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