La Resistencia al separatismo está encantada con la descomposición de los Comunes de Ada Colau. La ex alcaldesa de Barcelona ya se larga al extranjero para dar conferencias, mientras su gran protegida, Yolanda Díaz, se ha convertido en una caricatura de sí misma.
Ya pueden poner a Urtasun, Errejón o a la momia de Lenin, que acabarán siendo el ala izquierda del PSOE, poniendo el cazo a cambio de ejercer de palmeros de Sánchez. Recordemos que tampoco hace tanto tiempo los Comunes triunfaban. Con Xavier Domènech de candidato ganaron dos elecciones generales en Cataluña (2016 y 2016), y Ada Colau reinó en Barcelona durante ocho años.
Era cuando parecían que eran un partido preocupado por las cuestiones sociales. Pero jugaron a una falsa equidistancia consistente en aplaudir todas las acciones separatistas y apartarse y denostar a la mitad de la población catalana, que es no nacionalista, lo que les ha llevado a la marginalidad política. Su electorado quería más vivienda y menos esteladas, y ellos les dieron ‘procés’ por un tubo. Así han acabado, en plena decadencia.
Con los Comunes en caída libre, ERC degollándose entre ellos y con Junts con un presidente en el falso exilio (en realidad prófugo de una justicia democrática), el PSC tiene el campo libre para seguir siendo la formación hegemónica del separatismo.
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