
Una curiosa campaña de crowdfunding para defender a Marta Torrecillas, más conocida como «dedos retos» por sus acusaciones de que agentes de la Policía Nacional le habían roto los dedos «expresamente», y que luego se demostró que solo fue un dedo el que le entablillaron, ha vuelto a poner de actualidad a esta ‘activista’ del 1-O.
Los promotores de esta campaña de patrocinio argumentan que se difundieron mentiras sobre esta ‘activista’, y que en redes sociales presuntamente se difundieron datos personales suyos.
No vamos a defender que se difundan datos personales de nadie. Es una táctica típica de señalamiento para amedrentar ampliamente usada en Cataluña por el secesionismo para intentar provocar la muerte civil de constitucionalistas.
Ni Torrecillas, ni nadie, se merece algo así, y tiene derecho a pedir responsabilidades a los culpables de la difusión de sus datos, si se demuestra. Pero también estaría bien que dichos activistas separatistas que han recaudado dinero para este fin también denunciaran los señalamientos a catalanes no separatistas.
Pero vayamos con Millo. Torrecillas exige al exdelegado del Gobierno en Cataluña que rectifique su testimonio en el Tribunal Supremo, donde afirmó que esta ‘activista’ se disculpó por haber mentido sobre sus lesiones.
Cerca de trescientos catalanes han donado más de 11.000 euros para que, entre otros fines, Millo pase por el banquillo por su testimonio. La obsesión de algunos secesionistas con todos aquellos que les llevan la contraria es digna de estudio.
A Millo le han intentado procurar una muerte civil, tanto a él, como a los suyos. El cerco secesionista sobre él ha sido asfixiante. Y a pesar de que ya no vive en Cataluña, siguen yendo a por él. Como escarmiento y como ejemplo. Así las gastan.
Comentario editorial de elCatalán.es
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