Hay noticias que valen más que tres puntos, y la imagen de Fran Garagarza cruzando de nuevo el umbral de la Ciutat Esportiva Dani Jarque es, sin duda, la mejor de este 2025 que ya agoniza. Tras el susto mayúsculo del pasado 4 de noviembre, cuando un infarto agudo de miocardio puso en vilo a todo el espanyolismo, su visita este viernes no es solo un alivio personal, sino el reencuentro con el gran hacedor de la transformación blanquiazul.
No es exagerado afirmar que el actual estado de optimismo que vive el club lleva su firma. Garagarza llegó en el momento más oscuro, con el equipo en Segunda y una moral institucional bajo mínimos. Con una «economía de guerra» y soluciones imaginativas, fue el arquitecto del ascenso, manteniendo el pulso firme cuando los nervios florecían. Su gestión no se detuvo ahí: bajo su batuta se fraguó la permanencia la temporada pasada, un hito que cimentó las bases de lo que hoy disfrutamos.
El éxito de la hormiga
La brillante temporada que está cuajando el equipo de Manolo González —actualmente en la zona noble de la clasificación y con un vestuario comprometido— no es fruto del azar. Es el resultado del «modelo Garagarza»: ese trabajo de hormiga basado en la discreción, el análisis profundo y una fe inquebrantable en La21. Fichajes como los de Roberto Fernández o Urko, y la renovación estratégica de pilares como Javi Puado, demuestran que el de Mutriku sabe leer como nadie las necesidades de un sentimiento que pide garra y pertenencia.
Verle este viernes saludando a los empleados, técnicos y jugadores es la confirmación de que el proyecto tiene cabeza y, sobre todo, mucho corazón. Garagarza ha demostrado ser un profesional incansable que, incluso desde la distancia de su recuperación, no ha dejado de velar por el Espanyol. Su presencia en Sant Adrià es el mejor regalo de Navidad para una afición que, por fin, siente que los despachos están a la altura de su escudo. Bienvenido de nuevo, Fran; el proyecto te necesita, recupérate del todo y te estaremos esperando.
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