Josep Ramon Bosch, el ex presidente de Societat Civil Catalana, tiene todo el derecho del mundo a decir lo que quiera. Si quiere pedir indultos para los golpistas, resucitar un partido catalanista o declarar a la sardana la danza más bella del sistema solar y de todas las galaxias, que lo haga. A fin de cuentas ya no representa a nadie, y perdió toda la importancia política y social que tuvo en su momento entre el constitucionalismo y la Resistencia al secesionismo catalán.
El día que dijo, siendo todavía presidente de Societat Civil Catalana, en una rueda de prensa, que había votado a Esquerra Republicana en su pueblo, porque en la lista iba su primo, murió como líder constitucionalista. Ese día a muchos, yo el primero, el cerebro nos hizo “crack”, porque no entendimos ni porqué votó a un partido supremacista y golpìsta, ni porqué lo contó a los periodistas. Tuvimos nuestro luto, porque le quisimos mucho, porque nos representó con dignidad y valentía cuando consolidó a SCC como una entidad potente que plantó cara a los totalitarios que quieren romper nuestro país, España. Ayudó mucho a muchos, y siempre estuvo dispuesto a escuchar y a apoyar. Pero tras llorar, tocaba el olvido.
Él decidió dejar de representarnos, y teníamos que respetar su decisión. Nos costó, y meses después todavía nos cabreábamos con alguna declaración polémica suya, pero era inevitable, porque su pérdida causó dolor en mucha gente que le siguió. Que le seguimos. Pero él tenía otro plan, y había que respetarlo, si nos enfadábamos era nuestro problema.
Y es que partir de ese momento quedó claro que él tenía su propia hoja de ruta, alejada de un constitucionalismo combativo contra el golpismo secesionista. Apostó por el “catalanismo” para combatir al independentismo, que en la política catalana es sinónimo de “enjuague” y de “qui dia passa, any empeny” y con otras personas fundaron un partido llamado la Lliga destinado a fracasar salvo que alguna formación de más enjudia haga un “Units per avançar” y los rescate. El tiempo dirá si me equivoco o no.
Bosch no es un traidor por pedir los indultos. Simplemente es irrelevante, porque decidió dejar de ser uno de los héroes de los miles y miles de catalanes que integran la Resistencia al secesionismo. No tengo porque dudar ni de sus buenas intenciones, ni de su honradez. Me da igual que sus movimientos actuales lo sean por convicción, o por tacticismo. Simplemente, me es indiferente. La vía “catalanista” no es la mía, y creo que muchos catalanes hartos del independentismo comparten mis sentimientos.
Si Bosch quiere seguir esta vía “catalanista”, es su problema. Con no hacerle caso, y decir claramente que no nos representa es más que suficiente. No hay porque insultarle o lincharle en redes sociales. Él libremente decidió dejar de formar parte de nuestra comunidad una mañana que confesó que votó a ERC, primando que el candidato era “su primo” frente a la historia siniestra y totalitaria que arrastra este partido.
Dejemos que Bosch haga lo que quiera e intente conseguir esos 300.000 votos catalanistas que defiende que están indignados por el separatismo, si es que existen, y nosotros, a lo nuestro. A plantar cara a los que nos quieren convertir en extranjeros en nuestro país, porque lo que ha hecho el “catalanismo” en estos últimos cuarenta años ya lo conocemos y sabemos a dónde nos ha llevado.
Sergio Fidalgo
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