El lema de la manifestación de este domingo, ”Español, lengua vehicular”, tiene tres palabras y dos discutidas. En el artículo anterior me referí al adverbio “también”, que no está en el lema, y algunas voces pidieron añadirlo. Ahora me referiré a la que sí está en el texto, español.
Quienes critican por haber elegido la palabra español en lugar de castellano han llegado del ámbito jurídico. Señalan que, en la Constitución la voz empleada es el castellano (y toda la legislación posterior a 1978, supongo y añado). Hacen referencia al artículo 3 de la Constitución española que dice: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.”
La Constitución es clara, pero que ponga castellano en lugar de español no dice nada más que los padres de la Constitución eligieron la voz castellano en lugar de español, sin más. En ningún lugar se dice que sea la única palabra a emplear, y menos que sea obligatoria, a menos que lo sea en el ámbito jurídico. La Constitución no regula el uso de la lengua española.
La autoridad en materia de lengua española la tiene la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y dice, en el Diccionario Panhispánico de dudas, que “para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano y español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada”. Bien, pues ya está. Luego añade que “el término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas”. con preferencia el español para evitar la ambigüedad, que viene dada por la identificación de castellano con Castilla.
¿Cuál es el problema o problemas para usar la voz español? La Constitución no, emplea la palabra castellano, pero no dice que sea obligatoria ni su único nombre. Sin embargo, algo nos indica las palabras con las que la RAE finaliza el párrafo citado: “En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco”. Esa es otra variable, por eso la Constitución habla de castellano en lugar de español. Pero el sentido sigue siendo el mismo, porque dice que se usa así mismo, que es más común hacerlo, pero como se podría hacer de otra forma, y decir español.
Pero por qué esa insistencia en usar la voz castellano, como si quisiese hacer obligatorio.
Llamemos argumento fuerza a la principal razón que se ha empleado siempre en Cataluña para explicar que el nombre es castellano y no hemos de llamar español al idioma de todos los españoles. Un argumento fuerte era tan fuerte que hacía imposible usar otra palabra. Se decía que llamar español al idioma era excluyente ya que entonces el catalán, gallego y vasco no son idiomas españoles, y sus hablantes no son españoles. Como si al llamar español al idioma estuvieras llamando extranjeros a los hablantes del vasco, catalán y gallego. Clarito me quedó desde que me lo explicó un vecino.
Aunque el mayor fallo de este argumento fuerza es identificar el nombre del idioma con el nombre del territorio, y solo sirva, y no del todo, para el catalán, gallego y vasco, (porque el nombre de castellano solo se refiere a Castilla y su número de hablantes excede en exceso a sus límites geográficos), muchos aceptamos llamar siempre castellano al idioma, porque parecía que de no hacerlo estabas excluyendo y dando argumentos al separatismo. ¿Iba usted a crear un problema separatista por el nombre de la lengua? Solo faltaba, mejor llamar a la lengua como quiera el vecino que la llames, no fueras a crearas un conflicto de fronteras por tamaña nimiedad.
Sin embargo, ese argumento trae más problemas que soluciones resuelve, si es que ha resuelto alguno (el nombre del idioma no paró al separatismo en 2017, por ejemplo, y eso llamando castellano al idioma). Como digo este argumento naufraga si hay que llamar a la lengua por el nombre del territorio y éste tiene lengua, una sola, que es suya de su misma propia propiedad, como diría Agostino Catarela al inspector Moltalbano. Para verlo voy a aplicar esta lógica teniendo en cuenta que en Cataluña se hablan, ¿signean?, cinco idiomas oficiales: aranés, castellano, catalán, la lengua de los signos catalana, y la española (porque son diferentes, y si se cita la catalana hay que citar la española), queda así:
– Si dices que no son catalanes los hablantes de lenguas que no son el catalán, aunque vivan en Cataluña, aquí hayan nacido y hablen una lengua oficial o varias, entonces eres un excluyente que está echando a los hablantes de lengua no catalana como si fueran apátridas regionales.
– Si dices que son catalanes los hablantes de aranés, castellano y de las lenguas de los signos, entonces no se puede llamar catalán al catalán porque no serían catalanes los hablantes de las otras lenguas.
Estupendo, ¿son apátridas regionales, el catalán ha de volver a llamar lemosí? Dudas que no se nos quedan en Cataluña pues se expande a Valencia y Baleares. Allí no pueden llamar catalán a la lengua, aunque sea la misma que hablan en Cataluña, o no, que no viene al caso, porque no viven en Cataluña y no son catalanes.
¿Enrevesado? El argumento fuerza es absurdo. Llamar a la lengua según el nombre del territorio es un atentado a la realidad y la lógica. Si llamáramos cada lengua según el país, tendríamos el idioma suizo o el estadounidense, por poner dos ejemplos al vuelo. Además, es difícil que haya países con una sola lengua, tendríamos que o cambiar el concepto de lengua o las fronteras de todos los países.
En el mundo hay siete mil lenguas y ciento noventa y cinco países, ¿la idea sería crear siete mil países, lo que traería más problemas de los que ya tenemos? o ¿forzar a la gente a hablar el idioma del nombre de su territorio? Que los suizos hablen suizo, los estadounidenses el estadounidense, los belgas el belga, y así con otras “lenguas”, el canadiense, sudafricano, marroquí, hasta los ciento noventa y cinco países, ¿y eso haciendo desaparecer el resto de las lenguas hasta las siete mil que hay actualmente? Excepto el vasco, el catalán y el gallego, por supuesto.
Llamar español al idioma no significa que no sean españoles los catalanohablantes, gallegohablantes o vascohablantes. Como llamar catalán al idioma de Cataluña no significa que los hablantes de otras lenguas no sean catalanes. La palabra español es sinónimo con castellano, pero también es polisémica, pues como sustantivo es el nombre de la lengua, y un gentilicio (es una persona española), y ambos significados son distintos.
Entonces ¿da igual castellano o español?
Pues sí, no hay razones para esa insistencia en que se llame castellano en lugar de español. Pero en estos momentos hay argumentos para preferir la palabra español.
En Cataluña al llamar castellano al español se llama, por extensión, castellanos a todos los castellanohablantes que aquí residen. Entre los que se incluye mucha gente que se siente incómoda, confundida, alguno hasta ofendido, al ser llamados castellanos. Unos porque son de otras partes de España, aragoneses, vascos, gallegos, navarros, leoneses, andaluces, extremeños, murcianos, canarios… otros porque son catalanes, nacidos en Cataluña, de lengua castellana, sí, pero que catalanes se sienten o no se pueden sentir de ninguna otra parte. Por eso, como dice la cita de la RAE, hay que usar la palabra español porque evita la ambigüedad, también en Cataluña.
Por eso y por una razón más que evite que insulten y extranjericen a más de la mitad de la población catalana. Cuando hace unos pocos años se empezó a llamar colonos a todos los castellanohablantes de Cataluña el aparentemente absurdo argumento fuerza empezó a cobrar sentido. Al llamar castellano al idioma español en Cataluña se conseguía hacer pensar a los castellanohablantes y a todos que hablaban una lengua extranjera y así debían sentirse, extranjeros. Llamarte colono y hacerte sentir extranjero, invasor, es más fácil si la lengua se llama castellana, que ni tiene fronteras con Cataluña, que si se llama española, en cuyas fronteras se incluye a Cataluña. Es difícil creer que el empeño y el objetivo en llamar castellano al español en Cataluña, fuera llamar colonos y extranjeros a los castellanohablantes, más que nada porque el argumento fuerza es anterior al insulto. Pero ahí queda como su consecuencia.
A pesar de lo dicho, y preferir llamar español, por evitar la ambigüedad y los intentos de extranjerización de media Cataluña, los dos son nombres del mismo idioma, y lo preferible es que se usaran indistintamente también en Cataluña. El español es un idioma que también es de los catalanes, castellanohablantes o no, y no solo desde Franco. Las tensiones entre el español y el catalán estaban ya presentes durante la IIª República, cuando Lerroux ganaba elecciones, no se pueden negar las referencias históricas de la presencia del español en Cataluña por lo menos desde el s. XIV, por el Compromiso de Caspe, dicen, y entre las clases aristocráticas, dicen. Pero también hay estudios que avalan que Cataluña, como el País Vasco, como Galicia, han sido siempre bilingües, aunque solo en las zonas más pobladas, seguramente. Pero esto es otro tema.
Ahora, el día 18 de septiembre se reivindicará el derecho a que todos los niños catalanes a recibir una enseñanza bilingüe, con el español y el catalán como lenguas vehiculares.
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