El separatismo, para mantener prietas sus filas, ha recurrido a su último recurso, que es su enésima mentira: el lema “España quiere acabar con la lengua catalana». De ahí la escalada verbal contra la sentencia del Tribunal Supremo que garantiza un escaso 25% de docencia en español en las escuelas catalanas.
De ahí la oleada de movilizaciones, todas ellas escasas de público, para “defender” al catalán de una “agresión” inexistente, pero que le sirve para alimentar a su máquina propagandística, siempre necesitada de consignas y lemas para adocenar a sus centenares de miles de adeptos.
Dentro de esta operación algunas universidades públicas catalanas, como la UAB o la UB, se han prestado al a persecución lingüística gracias a que cuentan con rectores que apoyan a los radicales separatistas. Con la excusa de defender los «derechos lingüísticos» de los catalanoparlantes, violan los derechos lingüísticos de los castellanoparlantes.
Unas universidades que antaño fueron prestigiosas, poco a poco, y de la mano de la intolerancia ideológica del separatismo y de sus compañeros de viaje, van hundiéndose en el lodo. Todo sea por la defensa de lo que llaman «lengua propia» a costa de intentar desterrar el español de aulas y pasillos de las facultades.
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