Los violentos de los autodenominados Comitès de Defensa de la República, con la complicidad de los partidos separatistas, han vulnerado los derechos de miles y miles de catalanes que no han podido desplazarse por culpa del vandalismo de estos radicales que se han pensado que Cataluña es suya.
En las últimas horas tres sedes del PSC, y un local vinculado a su líder en Tortosa, han sido atacadas. Los señalamientos a catalanes no separatistas se han multiplicado, los insultos y las amenazas por parte de los piquetes separatistas han sido multitud. Los más radicales han intentado imponer su ley.
Es la consecuencia lógica de tantos años de dar alas a los vándalos desde las instituciones catalanas. ERC y PDeCAT se han dedicado a reírse las gracias y ahora les va a costar pararlos. Suponiendo que sea esa su voluntad, porque su complicidad parece más que evidente, con gestos hacia los que están destrozando la convivencia.
No puede ser que por culpa de la irresponsabilidad de unos políticos aventureros una sociedad culta y próspera como la catalana esté al borde del abismo. Urge restaurar el orden, primero, porque se ha de garantizar el respeto a las leyes.
Y, segundo, que los partidos secesionistas se dejen de desafíos y se dediquen a gobernar, dado que tienen la mayoría parlamentaria.
Pero han de gobernar dentro del marco constitucional. No cabe otro camino.
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