Que parte de la izquierda de ámbito nacional le compre al separatismo el término “exiliados” para referirse a los prófugos de la justicia, que han huido del país para no afrontar las consecuencias legales de sus (presuntas) conductas delictivas, como intentar dar golpes de Estado para destruir la democracia española, es casi lo peor de esta asunción por parte de nuestro presunto progresismo del vocabulario secesionista.
Que haya dirigentes y militantes de Podemos, o del PSOE, que consideren que Marta Rovira, Carles Puigdemont, Toni Comín o Clara Ponsati son ‘exiliados’ y no prófugos, es trágico, y demuestra la desconexión con la realidad de parte de nuestra izquierda, más pendientes de bailar el agua a nuestros tribalismos periféricos que en trabajar por la igualdad de todos los españoles.
Mientras les sigamos la corriente y utilizando su lenguaje, el independentismo seguirá avanzando, a costa de los derechos civiles de millones de catalanes. De momento, nuestros niños no pueden estudiar en español en las escuelas catalanas — con la complicidad de un PSOE que mira hacia otro lado– . Queda mucho camino para acabar con los supremacismos nacionalistas que atacan a nuestro sistema democrático. Comencemos por no comprarles su vocabulario.
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