Tras el linchamiento a Joan Manel Serrat por mantener una postura crítica hacia la consulta ilegal del 1 de octubre le ha vuelto a tocar el turno a Jordi Évole. Hace unas semanas fue atacado en las redes sociales por parte del entramado secesionista por ser “equidistante”, y estos días los insultos y ataques se han recrudecido por la entrevista que le hizo a Carles Puigdemont y que se emitió la noche del domingo.
Évole hizo una entrevista periodística, y por tanto incómoda, que es lo habitual en esta profesión: no hacer masajes al entrevistado sino intentar conseguir información interesante para los ciudadanos. Pero los secesionistas están acostumbrados a las entrevistas masaje que los dirigentes de Junts pel Sí reciben en TV3 y otros medios que han apostado por la ruptura, y cuando no es así, y un periodista pregunta lo que ha de preguntar, se ponen nerviosos y se dedican a atacar al mensajero.
Es el sino de la Cataluña del `procés’. Quien no comulgue con las ideas secesionistas verá atacado su prestigio profesional y personal por parte de un aluvión de activistas dispuestos a poner su fanatismo por encima del respeto.
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