El separatismo usa la lengua catalana como el primer paso en su intento de mantener aprisionada a la sociedad de esta comunidad autónoma, a la que malgobiernan. Primero imponen el idioma y luego obligarán a aceptar el resto del credo separatista, porque la usan como elemento de adscripción identitaria, no como herramienta de comunicación.
Es una pena que una lengua tan bella, que forma parte del acervo cultural español, esté siendo destrozada por unos fanáticos que están consiguiendo que poco a poco sea cada día más rechazada por amplias capas de la población catalana.
Los líderes separatistas han mutado el “España nos roba” por el “la España antidemocrática quiere exterminar la lengua propia de Cataluña, el catalán”. Todo ello para mantener el dominio de la Generalitat y forrarse a base de dominar y asaltar los presupuestos públicos. Y por eso se inventan que en Cataluña hay una lengua ‘propia’ frente a una ‘extranjera’ (el español).
Y académicos, profesores y periodistas que viven del cuento separatista, se prestan a apoyar la persecución del español en una comunidad que, si no fuera por la actitud del secesionismo, no tendría problemas lingüísticos. Pero los tenemos, y muchos, porque el secesionismo quiere imponer a millones de catalanes el uso social de una sola de las dos lenguas oficiales en nuestra comunidad autónoma.
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