HILO – Cacería a la barbería hispanohablante «Main Parlor» en Barcelona
Los hispanohablantes nos apoyamos entre nosotros
Una orriolera que pasaba por la calle y ni siquiera entró ha emprendido campaña de reseñas negativas en googlehttps://t.co/NZlt0wQGin pic.twitter.com/GGAMvO4qyA
— Izquierda por la lengua #vehicularidad (@IzquierdaLengua) August 7, 2025
Varios radicales separatistas están haciendo una campaña de acoso en redes a una peluquería barcelonesa simplemente porque uno de sus responsables, que no sabe hablar en catalán, le pidió a una viandante – ni siquiera era clienta – que le estaba hablando en este idioma si podía decírselo en español.
El peluquero se negó y esta fanática del catalán le montó una situación muy desagradable, según narra. Y luego ha promovido una campaña en redes contra dicho establecimiento. El colectivo ‘Izquierda por la lengua’ se ha solidarizado con este trabajador con el lema «los hispanohablantes nos apoyamos entre nosotros».
En los últimos años, Cataluña ha sido escenario de un creciente clima de tensión lingüística que ha generado preocupación entre diversos sectores de la sociedad. Aunque la defensa del catalán como lengua propia de la comunidad autónoma ha sido históricamente un pilar del nacionalismo catalán, en ciertos círculos radicales del independentismo esta defensa ha mutado en actitudes hostiles hacia quienes utilizan el español en la vida cotidiana. Las campañas contra el uso del castellano han adquirido formas cada vez más agresivas, especialmente en entornos escolares, comercios y espacios públicos.
Uno de los focos de mayor controversia se sitúa en el ámbito educativo. Profesores, alumnos y padres que optan por comunicarse en español han reportado presiones para ceñirse exclusivamente al catalán, a pesar de que la legislación garantiza el derecho a recibir parte de la enseñanza en castellano. En algunos centros, el uso del español fuera del aula ha sido motivo de sanción informal o aislamiento, alimentando un ambiente de polarización que perjudica la convivencia escolar.
La presión no se limita a las escuelas. Comercios y empresas también se han visto afectados por campañas que buscan señalar o boicotear a quienes priorizan el castellano en su atención al público o en su cartelería. Estas iniciativas, muchas veces impulsadas desde redes sociales por grupos radicales, invitan al público a rechazar a negocios que no utilicen el catalán de manera exclusiva. En algunos casos, se han producido actos vandálicos o escraches que buscan intimidar a los propietarios.
Esta situación ha generado un profundo malestar entre catalanes castellanohablantes, que representan una parte significativa de la población. Muchos denuncian que se sienten ciudadanos de segunda en su propia tierra, cuestionados por utilizar una lengua que también es oficial en Cataluña. La tensión lingüística se convierte así en una fuente de exclusión, alimentando un sentimiento de injusticia entre quienes consideran que su identidad también forma parte del mosaico catalán.
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