Me cuesta entender la realidad si ésta nos depara las sorpresas que aparenta. Parece que va a ser cierto eso de que la realidad en muchas ocasiones puede llegar a superar a la propia ficción. En este sentido, aunque podría valorarse la entrada directa en dicha categoría cinematográfica –ojalá fuese así-, no quedaría desvirtuada o ilógica la catalogación dentro del lote de los dramas o, incluso, en ese tipo de terror de hoy en día en el que la parte cómica no queda exenta.
Sea como fuere, la mera posibilidad de que a un tipo como el que nos gobierna desde el espejito mágico de palacio, con todo el bagaje que lleva consigo y toda la polución generalizada y corrupta que le rodea, pueda llegar a opositar a un posible premio como el Nobel me parece insultante. Un modo catastrófico y desvirtuante que desmorona el prestigio social de dicho galardón.
Siendo un tema que en mi mente no tiene cabida ni considero una propuesta seria, me debato en la duda de si se trata de un chiste malo -aunque queda lejos el día de los inocentes- o es una nueva estrategia hilvanada por el regimiento de asesores sanchistas. Un remedio aprovechable para hacer frente a la caída en picado de la credibilidad del maligno que les somete.
Indudablemente, para todos los bufones y palmeros en nómina, junto al público manipulable y fiel sanchista, todo este circo y el impulso mediático implícito a la pomposidad de la ceremonia, fruto de una posible nominación, son muy útiles y aprovechables como bálsamo. Una posible solución a explorar, que aminore el sufrimiento de nuestro enamorado presidente, al facilitar la extensividad del engaño a los potenciales votantes al rebufo del glamour escandinavo.
Con esa estrategia se devuelve la ilusión ante una nueva posibilidad de repetir en el cargo presidencial más allá del plazo comprometido. Un modo evidente de demostrar la patológica necesidad de poder y de mantener un puesto de trabajo que evite la vuelta a las colas del paro, además de facilitar la protección de todos esos delincuentes próximos que tiene a la espera de sentencia.
El descontrol en la imaginativa de limpieza descontaminante, en aras de recobrar el prestigio perdido por los casos domésticos en curso y todas las decisiones no catalogables que ha ido tomando, no sabemos hasta dónde puede llegar. Por eso, ante la desesperación, no es descartable que la maquinaria del fango sanchista llegue a magnificar las bondades del credo satánico de su número uno para tantear una nueva meta como puede ser la llegada a los altares o, en una versión más cómoda y afín, poner la guinda con alguna mezquita en su honor en el querido Marruecos.
Pero, quizás, lo perseguido sea mucho más banal, como puede ser el mero hecho de seguir haciendo caja incorporando al tesoro ya acumulado coronas suecas. La cuenta puede seguir acumulando saldo, minimizando el impacto que genera la graciosa aportación de la Bego por sus másteres universitarios desde el pupitre de bachillerato.
No me imagino el subidón hormonal que supondría para la pareja de ególatras la posibilidad de asistir a la gala en Oslo. De consumarse se podría catalogar como un récord, al pasar de la cola del paro y hacer de chófer en el Peugeot del entramado mafioso a dar un discurso como receptor de un premio. Algo que esperemos solo sea fruto de la imaginación húmeda de los que no saben qué hacer para blanquear la malignidad y perversión del que mueve los hilos.
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