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El Catalán Opinión

Cinco a uno

Por Javier Megino
jueves, 19 de julio de 2018
en Opinión
3 minuto/s de lectura
155 light, muy light

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Estamos ante un momento histórico en la política de nuestro país. El partido que siempre ha sido el referente de lo que catalogamos como el centro-derecha nacional va a vivir una experiencia que, por singular e inusual, merece ponerle foco.

Nos encontramos ante el primer “duelo primario” por presidir el Partido Popular y, al margen de lo novedoso de ello, lo significativo es que llegamos al momento de elección de su presidente con las espadas en todo lo alto. De hecho, a veces aparenta que estamos ante un momento de tensión que enfrenta a dos partidos, en lugar de dos facciones o modos de entender la canalización del poder en el seno del mismo.

Mi columna de esta semana está direccionada hacia este dilema que, como a casi todos, de una u otra manera, aunque no tengamos nada que ver con el tema, nos interesa. Algo innato al carácter español que, por propia iniciativa, quiere estar en todos los barrizales. Me pongo las botas para entrar en el charco, aunque siempre debe entenderse que me postulo con carácter privado y personal.

Mi experiencia, tras muchos años luchando contra el separatismo, como representante de una entidad totalmente independiente e ideológicamente transversal, como es “Espanya i Catalans”, espero sea solvente. Sin temblarme el pulso al manifestar mi posicionamiento, siempre sobre la base de que lo que me motiva es la indisoluble unidad de la nación española y que mi verdadero partido es, sencillamente, España.

Ojalá existiera una visión nacional (o de Estado) que, ante una gran crisis basada en la manipulación y la mentira, como la que ha generado el secesionismo, nos aglutinase a todos en pos de la defensa constitucional de la nación que nos une. Dejando, como dice un gran amigo, los egos e intereses colgados en las perchas de fuera de la sala y poniendo en valor el enfoque patriótico en las tomas de decisión.

En este sentido, no creo que sea la primera vez que diga que siempre he dado mi voto (útil) al partido más implicado en la defensa de los intereses patrios, sin ponderar entre derecha e izquierda (muchas veces con diferencias imperceptibles o confusas), respaldando al que más se enfrentase a la sinrazón de los que, en la actualidad, defienden e idolatran el “lacismo”. Ese criterio seguirá siendo el que fundamente el ejercicio de mi derecho a voto y, siendo consecuente con ello, tengo claro que entre las dos candidaturas a presidir el PP una de ellas me ofrece más fiabilidad.

La experiencia y el devenir de los acontecimientos que se han acumulado en la fase final del periodo “marianista”, con una operación de diálogo bajo el liderazgo de la que hoy es candidata a presidir el partido, clarifica mi postura. No solo por omitir a nuestra entidad al valorar la situación, sino porque a la postre los resultados del invento no respondieron a las expectativas y fueron una clara pérdida de tiempo, como era pronosticable y vaticinábamos al pretender dialogar con fanáticos.

Los que hemos vivido de cerca la senda enfermiza del separatismo sabemos que la solución a toda esta paranoia no puede ir de la mano de más concesiones, permisividad, lástima o, como dicen ahora, cogiéndoles cariño hasta para llevarlos a cenar a casa. En lugar de acomplejados discursos lo que hace falta es una actitud firme y convencida ante el golpismo.

No es secreto que, como ya he escrito otras veces, lo que ha supuesto el descalabro del PP, ha sido la falta de decisiones contundentes cuando disponían de mayoría, así como la falta de valentía a la hora de tomarlas cuando necesitaban de otros. Un 155 light y ver que en el separatismo no cambia el guion de la liturgia, ha precipitado un fin de ciclo que esperemos sirva para reactivar y volver a hacer convincente dicha opción política.

El PP necesita un cambio de caras y, en su discurso, firmeza y puesta en valor del patriotismo constitucional. Muchas veces da la sensación de que no conocen suficientemente a sus bases, sus apoyos y sus potenciales votantes.

Debe abanderar y/o apoyar cualquier apuesta por cambiar las reglas de juego electoral, si las modificaciones sirven para aminorar y filtrar el peso desproporcionado de la presencia del nacionalismo en el Parlamento de la nación, evitando que minorías anticonstitucionales jueguen a controlar las instituciones que la Constitución pone al servicio de todos los españoles.

En definitiva, apuesto por Pablo Casado como presidente del PP, al que considero candidato de consenso al aglutinar apoyos de cinco de los seis contendientes de inicio.

Esperemos que no haya sorpresas con el aparato del partido que, según dicen, no está influido por ninguno de los candidatos… Y sea útil el actual 5-1 para ganar el set. Aunque el tenis es impredecible y, aun estando con varias pelotas de partido, al postularse el drama histórico que fue Zapatero en favor de la otra candidata, hace falta rematar la jugada.

Por Javier Megino


TV3, el tamborilero del Bruc del procés

Sergio Fidalgo relata en el libro 'TV3, el tamborilero del Bruc del procés' como a los sones del 'tambor' de la tele de la Generalitat muchos catalanes hacen piña alrededor de los líderes separatistas y compran todo su argumentario. Jordi Cañas, Regina Farré, Joan Ferran, Teresa Freixes, Joan López Alegre, Ferran Monegal, Julia Moreno, David Pérez, Xavier Rius y Daniel Sirera dan su visión sobre un medio que debería ser un servicio público, pero que se ha convertido en una herramienta de propaganda que ignora a más de la mitad de Cataluña. En este enlace de Amazon pueden comprar el libro.

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