El Departamento de Interior de la Generalitat, de manera incomprensible, no ha expulsado de los Mossos d’Esquadra a un agente como Albert Donaire, líder de la sectorial de la ANC en este cuerpo, tras llevar años incitando a la revuelta contra las instituciones españolas, y que tiene su timeline de Twitter lleno de insultos y ofensas contra cuerpos honorables como la Guardia Civil o la Policía Nacional.
Que Donaire siga siendo un agente de policía indica el nivel de degeneración al que ha llegado el gobierno autonómico catalán, que permite que una persona que debería estar defendiendo la seguridad de todos los catalanes se dedique a insultar y ofender a aquellos a los que debería proteger, incitando a desobedecer el orden constitucional que garantiza nuestra democracia.
A nadie puede sorprender que el separatismo haya convertido el insulto en su principal arma política viendo que sale gratis, y que incluso proporciona réditos sociales en forma de aplausos y vítores por parte del independentismo más agreste. Muchos querrán imitar a Donaire, que cada día goza de más predicamento entre el secesionismo más radical y goza de más tribunas en las que opinar.
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