A Dios gracias, nuestro país siempre funciona con otros tiempos, en lógicas diferentes que el resto del mundo.
Fuimos el último Imperio Global cuando otros construían los estados nación. Poníamos emperadores romanos cuando otros pensaban saquear Roma, escribíamos una de las primeras constituciones liberales del mundo en 1812, justo con el país invadido…
Esta semana ha decidido caminar hacia la izquierda, al contrario que Italia, Hungria, el cansino Brexit o la involución laboral de Macron (nos reservamos la opinión sobre la política exterior de Trump).
Bienvenido sea esta Moción de Censura de la Esperanza. Después de años de gobiernos de derechas que han roto el Estado de Bienestar, que además han incurrido en una exageración de casos de corrupción econòmica, era urgente, desde la más pura ética, desalojarlos del Gobierno.
Era una especie de lenta decadència, donde todos nuestros fantasmas indómitos y ancestrales aparecían a la vez, hundiendo nuestra maltrecha autoestima:
Los ridículos internacionales, los rescates de Bruselas, las leyes represivas, el paro desmadrado, derechos laborales pisoteados, territorio fragmentado, economía ralentizada y un cierto olor a naftalina de No-Do, un poco caduca.
Ahora se vuelve a vislumbrar la gran esperanza de un Gobierno de izquierdas.
Hay que señalar, no es baladí, que esta ha sido la única moción de censura en la historia de nuestra democracia que ha resultado vencedora. Ello implica urgencia en acabar con un mal gobierno, pero también la urgencia de cambio y soluciones.
Hemos elegido un nuevo Gobierno. No esperemos soluciones mágicas, confiemos en un nuevo talante, en diálogo, en plantear un modelo de estado que redistribuya la riqueza, en sanidad, enseñanza, pensiones, salarios y dependencia; que revierta leyes injustas. Que de una sonrisa a los deseos de futuro de todos los españoles.
Pero no olvidemos nuestras pulsiones atávicas, ese instinto tan hispánico de autodestruirse, de matar al hermano (desde 1833 a 1936, cuatro guerras civiles).
Deseamos que a la izquierda del PSOE haya un sincero deseo de gobernar, no de abatir al compañero de filas.
Deseamos que no se construya un bloque destructivo conservador, entre Cs y PP.
Y, sobretodo, que el cenagal, en que los nacionalistas han convertido Cataluña, no nos termine ensuciando a todos.
Mientras que esta Moción de Censura de la Esperanza se ha ido gestando, en Catalunya tenemos un Govern recién nombrado en el que hay personajes que presumen de neoliberalismo y ondean supremacismo linguístics, más allà del atropello a la democracia de este otoño pasado en el Parlament, o del Napoleón “tocat pel bolet” de Waterloo.
Sabemos que pedir lealtad, respeto y altura de miras a todos es mucho, pero es lo que todos los españoles nos están demandando ahora.
Nicolás Cortés Rojano
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