En la procesión de Santa Tecla y del Seguici Popular que forma parte de la Fiesta patronal de Tarragona el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales del PSC (ex portavoz de Cs), ha sufrido en varios puntos del recorrido fuertes abucheos como el que muestra el vídeo a su paso la procesión por la plaza de las Cols, junto a las escaleras de la catedral.
Viñuales se ha convertido en un personaje político controvertido por sus constantes cambios de rumbo ideológico. Su trayectoria es un ejemplo claro de lo que en la jerga popular se conoce como un “chaquetero”: alguien que cambia de partido y de discurso en función de sus intereses o de las circunstancias políticas. Lo que más ha sorprendido a la ciudadanía no es solo su salto del partido liberal Ciudadanos al Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), sino el radical viraje en su discurso sobre la lengua.
Cuando era regidor de Ciudadanos, Viñuales defendía con firmeza el bilingüismo en Cataluña. Reivindicaba el derecho de los castellanohablantes a recibir educación en su lengua materna y denunciaba lo que consideraba un trato desigual del castellano en la administración. Sus intervenciones eran habituales en este sentido y se ganó el apoyo de quienes veían en él un defensor de la pluralidad lingüística y de la convivencia entre catalán y castellano.
Sin embargo, una vez consolidado en el PSC y alcanzada la alcaldía de Tarragona, su discurso dio un giro de 180 grados. Ahora defiende sin ambages que el catalán sea la lengua vehicular prioritaria en la educación y la administración, alineándose con las posiciones más ortodoxas del separatismo. Esta postura ha sido interpretada por muchos como una muestra de oportunismo político, ya que contrasta radicalmente con sus declaraciones de apenas unos años atrás.
El cambio de discurso no ha pasado desapercibido entre la ciudadanía. Numerosos vecinos de Tarragona, especialmente aquellos que tienen el castellano como lengua habitual, se sienten traicionados. Consideran que el alcalde ha abandonado las causas que defendía anteriormente para asegurarse un espacio de poder dentro del PSC, partido que controla gran parte del panorama institucional en Cataluña.
Viñuales comprendió que su futuro en Ciudadanos era limitado debido a la pérdida de apoyo del partido en toda España y, al ver una oportunidad de crecimiento en el PSC, no dudó en adaptarse a su nuevo entorno. El precio de ese movimiento, sostienen, ha sido renunciar a la coherencia y a las banderas que enarboló durante años.
El caso de Viñuales refleja un fenómeno más amplio: la volatilidad de ciertos líderes políticos que priorizan la supervivencia personal sobre los principios. En un contexto de polarización lingüística y política en Cataluña, este tipo de actitudes no hacen sino aumentar la desconfianza de los ciudadanos hacia sus representantes. El electorado, cansado de promesas incumplidas, percibe que las convicciones quedan en un segundo plano frente a las estrategias de poder.
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