El sábado 27 en Barcelona una manifestación unitaria contra el terrorismo islamista se convirtió en un espectáculo. Lo que se vio fue un aquelarre anti-españolista en que se gritaba “no tinc por”, pero del que acabaron por huir gran parte de sus primeros integrantes. Por las calles laterales se escapaban numerosos manifestantes que, al ver el cariz independentista que tomaba la protesta, la iban abandonando decepcionados por el espectáculo totalmente contrario a la convocatoria que se estaba dando. Y estoy seguro de que muchas de esas personas deben coincidir conmigo en que tenían miedo, pero no de los atentados terroristas, sino del día a día que nos espera a los catalanes que no comulgamos con el régimen absolutista que se está instaurando en Cataluña.
Porque yo no tengo miedo de los terroristas, de los que tengo miedo son:
- De los que con una estelada atada al cuello y que les cubre toda la espalda increpan a un grupo que llevaba una bandera española diciéndoles a gritos: “¿no habíamos quedado en que era sin banderas? Fachas, españolistas, fascistas”, etc.
- De los que hacen retirar una pancarta que decía “España contra el terrorismo. Gracias majestad” porque contenía ella sola los tres pecados capitales que atentan contra el “procés”: hablaba de España sin insultarla, hablaba del Rey sin insultarlo…. Y estaba en castellano.
- De los que rompen carteles contra el terrorismo porque están en castellano.
- De los que sitúan a sus peones junto a la cabecera para silbar e increpar a las autoridades por el simple hecho de no ser catalanes.
- De las asociaciones y asambleas generosamente regadas por las administraciones catalanas que en esta ocasión se dedicaron a distribuir carteles acusando al gobierno español y al Rey de ser los culpables de los atentados.
- De los que no les importa reventar una manifestación contra el terrorismo para usar los muertos de un atentado islamista como cimientos para construir “un nou pais”.
Tengo miedo de los fariseos que dicen lo que no hacen, que presumen de democracia mientras se saltan las leyes, que hablan de respeto mientras imponen su pensamiento único y abuchean al que piensa diferente.
Por eso yo también a la altura de Rosellón abandoné la manifestación, porque de esos es de los que tengo miedo.
Puedes colaborar con elCatalán.es para que siga con su labor de defender la Cataluña real, la Cataluña que quiere formar parte de una España democrática, participando en la campaña de crowdfunding, aquí tienes los detalles. O comprando el libro ‘La Cataluña que queremos’. Aquí, más información.
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
Si quieres leer nuestras noticias necesitamos tu apoyo.