Si señores, ‘vuelve’ (en realidad nunca se fue) Gerardo Pisarello, el hispanófobo separatista que juega a ser ‘progresista’ y cuya mayor ‘hazaña’ fue intentar quitar una bandera de España al concejal del PP Alberto Fernández Díaz en el balcón del Ayuntamiento. Al hispanófobo Gerardo, que odia tanto a España como se lucra de ella, no le molestó que durante en un pregón de las Fiestas de la Mercè se enseñaran esteladas desde el balcón del Ayuntamiento, pero cuando Alberto sacó la rojigualda, intentó arrebatársela. Fernández no se dejó pero ahí está la foto de la infamia. Y durante todo el ‘procés’ Pisarello mostró su asco hacia todo lo español
Y es que la carrera hacia las elecciones municipales de 2027 en Barcelona ya empieza a perfilarse, y una de las primeras sorpresas ha llegado desde el espacio de los comunes. Tras el paso atrás de Janet Sanz, actual jefa de filas en el consistorio, todo apunta a que Pisarello será el candidato elegido para liderar la formación, que tendrá que pasar por la pamema de las ‘primarias’. La noticia ha generado inquietud, tanto por el perfil ideológico del posible candidato como por los antecedentes que arrastra dentro y fuera del Ayuntamiento.
Pisarello, exteniente de alcalde con Ada Colau y actualmente secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados, se ha caracterizado por mantener una postura claramente alineada con el separatismo catalán, pese a su origen argentino. Su cercanía con postulados radicales lo convierte en un perfil difícil de digerir para una parte importante del electorado de Barcelona, que rechaza tanto la deriva secesionista como la polarización política. Lejos de representar una opción de consenso, su figura se asocia más con la agitación ideológica y la confrontación.
Que los comunes apuesten por una figura tan divisiva como Pisarello dice mucho del momento que atraviesa la formación. En lugar de buscar un perfil conciliador y de gestión, han optado por un político que encarna el ala más radical y nacionalista del espacio de los comunes. Con ello, parecen más preocupados por competir con la CUP en el terreno del independentismo que por recuperar la confianza de los votantes moderados que una vez les dieron su apoyo.
La decisión también refleja una desconexión creciente entre la cúpula de los comunes y las prioridades de los barceloneses. En un contexto donde la inseguridad, el acceso a la vivienda y la degradación del espacio público son preocupaciones reales, el nombramiento de Pisarello solo promete más discursos ideológicos y menos soluciones prácticas. Su paso por el consistorio no se recuerda precisamente por logros de gestión, sino por debates estériles y simbólic
El riesgo para los comunes es claro: con Pisarello como cabeza de cartel, no solo consolidan su condición de partido minoritario en el panorama municipal, sino que refuerzan la fragmentación del bloque de izquierdas. Una apuesta identitaria y excluyente difícilmente servirá para recuperar el terreno perdido frente a otras fuerzas más centradas en la gestión y el pragmatismo.
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