El diario ‘El Mundo’ publicó hace unos días que la Generalitat sometió a la enfermera gaditana (que tenía un contrato temporal) acosada por el secesionismo a un interrogatorio realizado íntegramente en catalán a sabiendas de que, después de sólo seis meses trabajando en Cataluña, no domina el idioma.
Dicha trabajadora sanitaria, Begoña Suárez, tuvo que ser asistida por su letrada para comprender las preguntas que le trasladaron en catalán el pasado 28 de marzo, día en el que fue citada a declarar en el marco de la investigación que la Generalitat ordenó abrir contra ella tras difundirse un vídeo en la red Tik Tok en el que criticaba la exigencia de acreditar el nivel C1 de catalán para opositar a una plaza fija en la sanidad pública catalana.
Encima, el instructor que mandó la Generalitat para este caso, Enric Juvé, había sido delegado del sindicato UGT. Un ex dirigente de un ‘sindicato’ de ‘clase’ hostigando a una trabajadora temporal que viene de otra comunidad autónoma por criticar la exigencia de catalán en unas oposiciones.
Esta es la Cataluña del 2023. Estos son los miserables sindicatos ‘de clase’ que tenemos, porque no olvidemos que la UGT catalana, dirigida por el miembro de ERC Camil Ros, criticó en redes sociales la actitud de esta trabajadora que estaba siendo linchada en redes por el independentismo radical, elogiando la actitud de una compañera suya (Clara) que no opinaba como ella. Este es el clasismo y la hispanofobia de un independentismo que hace años que perdió el norte.
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