Todos saldremos ganando si el gobierno de Cataluña cumple la sentencia de que en los centros educativos se imparta, como mínimo, un 25% de las horas de enseñanza en catalán y también en castellano, que es lo que exactamente dice la sentencia del TSJC del 16 de diciembre de 2020.
Los alumnos catalanohablantes saldrán ganando porque cuando se expresen en castellano, lo harán con más fluidez, con más vocabulario y con un mejor conocimiento de su sintaxis y de su ortografía. Y los alumnos castellanohablantes también saldrán ganando porque, además de las ventajas anteriores, verán que su lengua materna no es una lengua a abandonar cuando entran en la escuela, sino que también es una lengua propia de su país, una lengua de la que no tienen que avergonzarse.
Los gobernantes, sean altos cargos de la Administración o simples funcionarios de base, también saldrán ganando, porque incumplir una sentencia judicial firme, como es esta, y a sabiendas, es poner en peligro el funcionamiento básico de un país democrático, como es el nuestro, en el que hay separación de poderes. No cumplir esta sentencia sería cometer un delito de prevaricación que puede comportar, además de una multa, la inhabilitación para ejercer un cargo público. Esto sería un grave daño a Cataluña, porque lo que más necesitamos ahora es recuperar la estabilidad de las instituciones y, para ello, es conveniente que nuestros responsables políticos acaben sus mandatos.
Y también saldremos ganando todos los ciudadanos, porque así aumentará la cohesión de la sociedad catalana, ya que la cohesión social no se consigue cuando todos los ciudadanos hablan la misma lengua, tienen la misma cultura, las mismas ideas políticas, las mismas convicciones ideológicas, etc. Eso solo se da, y de forma aparente, en las dictaduras, por lo que aspirar a ello es una monstruosidad. La auténtica cohesión social solo se consigue cuando se aceptan las diferencias entre los ciudadanos como algo bueno, algo que enriquece al conjunto, y se considera buen ciudadano a todo aquel que contribuye con su trabajo y su esfuerzo al progreso del conjunto, hable la lengua que hable y tenga la cultura que tenga.
Actualmente se han roto muchas familias y muchos grupos de amigos, porque algunos de sus miembros han querido, y continúan queriendo, imponer su lengua y sus ideas al resto, como si una sociedad de vencedores y vencidos fuera algo deseable y duradero. Hay que recomponer nuestra sociedad y eso pasa por aceptar la forma de ser y de pensar de los demás.
También saldrán ganando los que quieren que la gente se anime a hablar más en catalán y a leer más textos en catalán, porque animarse a hacerlo es una acción libre, no por la imposición de una ley, como pretenden algunos, que no se dan cuenta de que así lo que están consiguiendo es convertir la lengua catalana en una lengua odiosa, una lengua que muchos dejan de hablar en cuanto salen del aula o del trabajo, o cuando seleccionan una emisora de radio, o un canal de televisión, o cuando escogen un diario o un libro. Es urgente que el uso libre del catalán sustituya al catalán impuesto, para que así muchas más personas se animen libremente a usarlo, disfrutarlo y, finalmente, a enamorarse de dicha lengua.
También saldrán ganando los partidos políticos que de forma democrática pretenden la secesión de Cataluña, porque al ofrecer al electorado una Cataluña en la que hay libertad de usar una lengua u otra, respeto a las diferentes culturas, valoración de los ciudadanos en función de su trabajo y no de sus ideas políticas, lo que ofrecen es mucho más atractivo para ser votado, que ofrecer todo lo contrario. Por otro lado, de esta forma estos partidos podrán distanciarse de los activistas que, sin ninguna responsabilidad de gobierno, les están perjudicando al defender un secesionismo violento o de dudosa legalidad, como es, por ejemplo, proponer ir a apedrear la casa de un niño, querer expulsar de Cataluña a los que no comparten sus ideas, quemar contenedores, ir a insultar a los participantes en los mítines de los otros partidos, cortar calles y carreteras durante decenas de días, etc.
Por último, considero conveniente informar a las direcciones de los centros educativos, que impartir como mínimo un 25% de la enseñanza en castellano no se cumple añadiendo una sola asignatura más en castellano a la asignatura de “Lengua castellana y literatura”, es decir impartiendo en castellano dos asignaturas, ya que con eso no se llega al 25% ni en Primaria, ni en la ESO, ni en el Bachillerato. Para cumplir esta sentencia, es necesario impartir en castellano tres asignaturas, es decir la asignatura “Lengua castellana y literatura” y dos asignaturas más, o sea impartir tres asignaturas en castellano. Este es un aspecto fundamental que han de tener en cuenta los equipos directivos y los Consejos Escolares, en el momento de redactar y aprobar el nuevo Proyecto Lingüístico de Centro (PLC) que se les pide.
Antonio Jimeno, presidente del Sindicato AMES
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