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Tarragona 1936. El “Sec de la Matinada” y los patrulleros de la muerte

Entre julio de 1936 y mayo de 1937 el poder real en la mayoría de poblaciones de Cataluña, con el beneplácito de la Generalitat, estuvo en manos de desalmados que formaban parte de las llamadas patrullas de control

Por Salvador Caamaño Morado
lunes, 4 de enero de 2021
en Opinión
7 minuto/s de lectura
Tarragona 1936. El “Sec de la Matinada” y los patrulleros de la muerte

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Sobre los terribles crímenes producidos en la retaguardia republicana durante la Guerra Civil, especialmente en Cataluña, se suele correr un tupido velo de silencio. Y así, podemos comprobar como desde buena parte de los medios de comunicación, en exposiciones, documentales o incluso en los propios libros de texto, tenemos que soportar la incansable propaganda izquierdista y secesionista sobre lo horrenda que fue la represión franquista, mientras se ocultan las pavorosas atrocidades cometidas por el Frente Popular en la retaguardia catalana. Recordar que en la Cataluña presidida por Lluís Companys, entre 1936 y 1939, fueron asesinadas 8.352 personas. De estas 2.437 eran religiosos (4 obispos) y miles de edificios religiosos (incluyendo importantes archivos) fueron destruidos o saqueados.

Hoy daremos solo unas pinceladas sobre las siniestras hazañas de algunos de los más celebres patrulleros del Front Popular en Tarragona que, por su crueldad, su deshumanización y su odio causaron centenares de muertos y todo tipo de desmanes.

Entre julio de 1936 y mayo de 1937 el poder real en la mayoría de poblaciones de Cataluña, con el beneplácito de la Generalitat, estuvo en manos de desalmados que formaban parte de las llamadas patrullas de control. En nuestra ciudad destacaron el celebre Josep Recasens Oliva apodado “El Sec de la Matinada” (por su complexión delgada y por que solía actuar de madrugada), sus “compinches” los patrulleros Gabriel Fresquet, Manuel Balabasquer y Manuel García Cremades. Así como los celebres “germans Barres” (los cuatro hermanos Ferré Pla), todos ellos milicianos anarquistas de las Joventuts Llibertaries (JJ.LL.) o de la CNT-FAI.

Josep Recasens Oliva (Tarragona 1913-1937) fue el más popular y seguramente el más siniestro prototipo de estos patrulleros. Peón de oficio, con domicilio en una muy modesta vivienda de la calle Talavera, desde muy joven solía frecuentar los bajos fondos de la ciudad y destacó siempre por su carácter violento, temerario y pendenciero. Había sido encarcelado en diversas ocasiones, tanto por delitos comunes como políticos. En 1933 fue detenido y encarcelado, junto a algunos de los que formarían luego las “patrullas de la mort”, por realizar actividades subversivas y revolucionarias, según informa el Diari de Tarragona (9-11-1933): “La policía ha detingut Manuel Balabasquer, Josep Recasens Oliva, Gabriel Frasquet Cortada, Joan Domínguez i Damià Rodríguez” (este último formaría parte posteriormente del primer Jurat Popular de Tarragona (creado el 1-9-1936) en representación de la FAI. J. Recasens, en 1935 prisionero en la cárcel de Pilatos, provocó un incendio para intentar fugarse, por lo cual sufrió quemaduras y fue severamente castigado.

Ilustración de J. Velarde (1941) sobre el asesinato del Dr. Vives por parte de la patrulla del “Sec de la Matinada”

Como consecuencia del levantamiento militar contra el gobierno de la República, la tarde del día 21 de julio de 1936 llegan a Tarragona varios camiones cargados con exaltados militantes anarquistas procedentes de Barcelona que, junto a otros de la localidad, lo primero que hacen es prender fuego al convento de Santa Clara, que se encontraba en la entrada de la ciudad (en el actual Hotel Imperial Tarraco) y luego se dirigieron a la cercana prisión de Pilatos y liberaron a todos los presos. Entre ellos a Josep Recasens, quien una vez en la calle y con tan sólo 23 años, no tardó en liderar una patrulla de milicianos anarquistas. Dichas patrullas se adjudicaron como principal misión limpiar indiscriminadamente la ciudad de curas, patronos y posibles elementos facciosos.

Amparándose en la dinámica general de descontrol, de convulsión revolucionaria, de miedo y en la absoluta sumisión a ellos de las autoridades de la Generalitat, el “Sec de la Matinada” acompañado por sus hombres, se paseaba desafiante por la ciudad, armado hasta los dientes. Durante diez meses su patrulla y otras similares, como la de los hermanos “Barres”, se convirtieron en los auténticos “dueños y señores” de la ciudad, actuando con total impunidad y cometiendo todo tipo de desmanes, confiscaciones (robos) y abominables crímenes.

Curiosamente una de las primeras cosas que hizo fue adueñarse, al igual que hicieron otros, de la casa señorial del Marqués de Montoliu, en la calle Caballeros (el actual Conservatorio de Música ), donde se trasladó a vivir (su propietario, Manuel de Montoliu, conocido monárquico, había huido apresuradamente a Francia al estallar los primeros desmanes en la ciudad). Contaba María Rosell Casas, esposa del contratista de obras Antonio Icart, que había sido durante algunos unos años patrón de Josep Recasens, que enterada de que este quería asesinar a su marido (quien por esta razón había huido de la ciudad) fue a esta casa a pedirle clemencia, y que la recibió con un elegante batín de seda y que impasible, sentado en un sillón fumándose un puro, mientras ella de rodillas le imploraba clemencia, la despachó con desprecio diciéndole que su marido era un explotador capitalista y que si lo encontraba era hombre muerto. Según algunos testimonios se apropió también de una masía en el Camí de la Cuixa, donde con sus compinches solía celebrar bacanales con prostitutas (así actuaban las patrullas parapoliciales de la revolución en la retaguardia).

Josep Recasens adquirió pronto “una aureola terrorífica” cuando la madrugada del 27 de julio de 1936 se personó, junto con García Cremades, Gabriel Frasquet y otro patrullero, en el domicilio del doctor Josep M. Vives en la Rambla Nova 28, deteniéndolo y trasladándolo maniatado en un coche a la “Era del Delme” situada en las afuera de la ciudad (cerca de la actual Plaça Tàrraco), donde lo rociaron de gasolina y lo quemaron vivo. Después de proferir este aterradores gritos, lo acabaron rematando a balazos. Al doctor J.M. Vives, que era médico de la prisión, forense y hombre de ideas conservadoras, se la tenía jurada por no haber querido interceder por él después del severo castigo que recibió por parte de los guardias, cuando quemó su celda en su intento de fuga de la prisión.

De todas formas, la primera victima que se le atribuye a él y a dos de sus hombres se produjo el día 23 de julio, es decir poco después de salir de la cárcel, y se trata del mosén Lluís Janer Riba  quien es visto, por ellos, asomado en el balcón de su casa en la Plaça del Fòrum y después de obligarlo a bajar, le disparan a quemarropa en el portal y ensangrentado lo arrastran hasta un montón de escombros y ante unos atónitos vecinos se alejan diciendo: “Ja se l’emportarà el carro de la brossa” [ya se lo llevará el carro de la basura] .

Según los testigos de los procesos judiciales abiertos, después de la guerra, el “Sec de la Matinada” estuvo directamente inculpado en multitud de asesinatos, en su gran mayoría gente de ideología conservadora y eclesiásticos, entre los cuales están: los citados Dr. J. Vives y Mn. Lluís Janer, Mn. Magí Albaigès, Mn. Josep Brú, y un larguísimo etcétera. El sustituto del Dr. Vives, el Dr. Miquel Aleu, contó como en una ocasión lo tiroteó con la intención de matarlo, pero pudo escapar milagrosamente.

También fue acusado de encabezar y dirigir diversas ejecuciones colectivas, entre agosto y noviembre de 1936, mediante el método de las denominadas “sacas”. La más numerosas tuvieron lugar el 10 de octubre y el 11 de noviembre de 1936, en esta última Josep Recasens se personó ante el comandante del barco-prisión Rio Segre (Joan Ballesta de la CNT) con una lista en la mano y se llevó a un grupo de 24 prisioneros (la gran mayoría religiosos), los subió a un autobús y los fusilaron a todos en las tapias del cementerio de Torredembarra.

Decir que el barco-prisión “Rio Segre” anclado en el muelle, llegó a alojar a más de 250 prisioneros y la mayoría de estos acabaron siendo fusilados sin juicio previo. Eran tales las atrocidades que se cometían y el desprestigio que ello empezaba a suponer que empezaron a levantarse algunas voces críticas. En el diario “Llibertat” portavoz del Front Antifeixiste, se dice: “(… ) és que tots hem de sucumbir com a covards deixant que Catalunya es converteixi en un niu de gangsterisme més podrit i encobert que hom pugui imaginar?”.

Hay que decir que el mencionado Gabriel Frasquet Cortada, uno de sus incondicionales de las JJ.LL, moriría el 17 de diciembre de 1936 en una reyerta con militantes de la UGT del puerto. Estos últimos, avisados por el abogado y secretario de la Junta d’Obres del Port, Francesc Yxart i Moragas, de que había sufrido la chantajista y amenazadora visita de una de la patrulla del “Sec de la Matinada”, exigiéndole el pago de una importante cantidad de dinero a cambio de respetarle la vida, esperaron en su domicilio poco antes de la hora señalada, produciéndose entonces una reyerta que acabó a tiro limpio y con la muerte del ugetista Carles Prous y la de los anarquistas extorsionadores Salvador Ruiz y el citado Gabriel Frasquet, así como la muerte del propio Francesc Yxart que había sido, además, alcalde de Tarragona entre 1899 y 1901.

El final del “Sec de la Matinada” llegó cuando se produjeron los conocidos como “Fets de maig de 1937” (el sangriento enfrentamiento armado producido entre militantes del PSUC, UGT, ERC, Estat Català y fuerzas de orden público por un lado, y militantes de la CNT-FAI y el POUM, por otro). En Tarragona, el día 6 de mayo y después de un intenso tiroteo y la utilización de bombas de mano, fuerzas de asalto apoyadas por militantes de UGT, PSUC y ERC, tomaron la sede de las Juventudes Libertarias situada en la Rambla Nova 91, donde el “Sec de la Matinada” y los suyos ofrecieron gran resistencia, aunque finalmente fueron reducidos con el saldo de cuatro anarquistas muertos y varios detenidos.

Según una versión, la que da en sus memorias Josep Bru (que era entonces secretario comarcal de UGT), Recasens fue abatido en el mismo local de las JJ.LL. Según otra, se lo llevaron detenido los guardias de asalto y uno de ellos, al pasar justo delante del domicilio del Dr. J.M. Vives al que había asesinado, lo empujó fuera del camión y aplicándole la ley de fugas le disparó por la espalda cayendo muerto en ese lugar. Sea como sea, su cadáver fue expuesto sobre mármol en el tanatorio del Hospital de Sant Pau i Santa Tecla, y fueron muchos los tarraconenses que quisieron pasar a verlo para asegurarse de que efectivamente había muerto.

Quisiera finalmente remarcar que no se trataba, como se ha querido vender, de “incontrolados” que iban a su bola, dichas patrullas actuaban en Cataluña al amparo y bajo directrices del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA) que se creó el 21 de julio de 1936 -a propuesta de Lluís Companys para complacer a los anarquistas- y del Cuerpo de Patrullas de Control que era un organismo parapolicial estable, organizado en base a un reparto proporcional de todas las fuerzas del Front Popular (CNT-FAI, ERC , UGT-PSUC y POUM) que actuaba como policía revolucionaria, al frente del cual pusieron a Josep Asens Giol, de la CNT y al terrible Manuel Escorza (CNT) del que el propio Joan García Oliver dirá en sus memorias lo siguiente: “Aquel tullido lamentable, tanto de cuerpo como de alma, al que hicieron responsable de la Comisión Regional de Investigación”. Dichos organismos fueron disueltos el 4 de junio de 1937, después de los “Fets de maig”.

Salvador Caamaño Morado

(Foto portada: Pintada aparecida en una sala tapiada de la Antigua Audiencia de Tarragona)

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Etiquetas: Fets de maigGuerra CivilTarragona
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