Hace unos días, Enric Hernández, director de El Periódico, publicó el artículo ‘Contra la Catalunya binaria’ subrayando el “fabuloso ejercicio de manipulación psicológica de la sociedad catalana”, al que asistimos de un tiempo a esta parte. Y en un párrafo demoledor agregaba: “Los independentistas pata negra, los recién conversos y sus serviles medios han impuesto el relato: España, presa de la corrupción y del posfranquismo, es una pseudodemocracia, un estado fallido. Por el contrario, Catalunya es un vergel libre de malas hierbas”.
A las pocas horas, Sala-i-Martín, catedrático de economía y personaje estridente y engreído, acusó en un tuit a Hernández de estar cegado por el odio contra el soberanismo y estar “viviendo en un mundo paranoico daliniano”. Un mundo al revés, insostenible. Irritación que evidencia una proyección psicológica y la pulsión totalitaria del pesebre separatista: no admiten ni respetan la discrepancia. Que conste.
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