Recuerdo como si fuera ayer el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por aquel entonces yo apenas tenía dieciséis años, si bien es cierto que ya por entonces me interesaba el mundo de la política, me encantaba escuchar las noticias, las tertulias que me ayudaban a entender mejor la actualidad.
Les cuento esto, porque fue precisamente el vil y cobarde asesinato de Miguel Ángel Blanco lo que me dio el impulso necesario para entrar en política para aportar mi ínfimo granito de arena en favor de la libertad y la democracia, por la que tanta y tanta sangre se ha derramado de forma cobarde.
Miguel Ángel Blanco era un chico joven, un cargo público del Partido Popular en el País Vasco, que se levantaba cada día temprano para forjarse un futuro, y además era un valiente por defender la libertad, la convivencia y la democracia en un lugar donde estaba en serio peligro.
Este joven es un héroe para mí, como todos los asesinados por la banda terrorista ETA, pero me van a permitir que Miguel Ángel Blanco sea por las circunstancias de su asesinato una persona que forjó parte de mi personalidad. Un compañero suyo de consistorio chivó a los terroristas todos sus movimientos para poder acabar con su vida, a día de hoy todavía hay muchos que justifican a los asesinos y sus cómplices, son la escoria y los desechos de la humanidad.
Miguel Ángel Blanco pagó un precio muy alto por defender los valores democráticos y de libertad, no habrá días suficientes para darle infinitas gracias.
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