Ayer se hizo público que a Josep Ramon Bosch, ex presidente de Societat Civil Catalana, le dejaron en el buzón de su domicilio un mensaje muy inquietante: la esquela de su abuelo, fallecido hace varios años, para ‘advertirle’ de lo que le podría pasar si persiste en su actitud crítica hacia el secesionismo.
A pesar de ser un ‘aviso’ anónimo queda clara la intención, dado que en los últimos meses Bosch ha sufrido actos vandálicos en su domicilio en Santpedor y mensajes amenazantes por parte del separatismo de su comarca de residencia, situada en el centro de Cataluña.
Este ‘caso aislado’ se une en las últimas horas a una agresión con bates de béisbol a un ciudadano que quitaba lazos amarillos en Sant Julià de Vilatorta, también en la Cataluña central; a un enfrentamiento en un partido del Reus de hockey sobre patines entre radicales separatistas y una persona que les reprochó que cantaran ‘Puta España’; a un ataque vandálico a la sede del PP en Mataró…
Los ‘casos aislados’ de radicales secesionistas que campan a sus anchas siguen aumentando en toda Cataluña. O los Mossos d’Esquadra controlan la situación y detienen a estos vándalos, o el deterioro de la convivencia puede llegar a un punto de no retorno.
O la policía protege a los ciudadanos, o los ciudadanos acabarán recurriendo a otros métodos. Y eso sería la ley de la selva. Bien harían los Mossos d’Esquadra en empezar a controlar la violencia que los secesionistas están utilizando antes que se generalice.
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