
Algunas universidades han dejado de ser un foro de encuentro y diálogo para convertirse en focos de intolerancia. La Universitat Autònoma de Barcelona, debido a la desidia de su equipo rector, está llena de pintadas insultantes contra entidades y activistas constitucionalistas, y los Jóvenes de Societat Civil Catalana han sido agredidos e insultados cada vez que intentan organizar alguna actividad.
¿Está creando el secesionismo un ambiente de intolerancia en las universidades catalanas? Si es así, ¿cuál puede ser la solución? Félix Ovejero, profesor de la UB, cree que es así, pero matiza: “En unas facultades más que en otras y en unas universidades más que en otras”. Y propone “restaurar el espacio natural de la universidad, el imperio de la libertad, y eso supone acallar los intimidadores. Por qué no hay que olvidar que la ley es la garantía de la libertad de los ciudadanos, la que impide el despotismo”.
Rafael Arenas es catedrático de la UAB, y pìensa que es “evidente” el ambiente de intolerancia creado por el secesionismo. Y piensa que la solución pasa “porque las instituciones hagan una apuesta explícita por el respeto a todas las opiniones en los campus, condenen y rechacen las actitudes violentas y excluyentes y, cuando sea necesario, apoyen las actuaciones ante los tribunales en los supuestos que se hayan cometido delitos con el fin de impedir que determinados planteamientos ideológicos puedan ser expresadas en la universidad”.
Otra catedrática de esta misma universidad, y presidenta de Concordia Cívica, Teresa Freixes, asegura que “no existe una ‘universidad catalana’, salvo en el imaginario oxímoron de los directores generales de universidades que hemos sufrido en los últimos años. Ni tiene por qué haberla, puesto que lo que identifica a la universidad es la ‘universitas’ no la catalanidad. Universidades hay muchas, públicas, privadas, profesionales, politizadas y mediopensionistas. Da grima intelectual ver cómo, vilipendiando el marco científico que debe presidir su acción, en las últimas semanas, ciertas universidades hacen declaraciones como si de politicastros se tratara”.
“Claro que ello provoca intolerancia, y de la peor, puesto que en vez de hacer suyo el avance del pensamiento universal, que sería lo propio, pretenden jibarizar la ciencia, situándola a la altura, mejor dicho, bajura, del limitado enclaustramiento que provocan las gafas de mirar procesistas con las que algunos quieren que acudamos jubilosos a entronizar la política de corto alcance en nuestras aulas, laboratorios, bibliotecas y despachos. Si a esto le llaman ‘universidad catalana’ me apeo del tren”.
Clemente Polo también es catedrático de la UAB, y explica su experiencia personal con la intolerancia secesionista: “Se ha producido un cambio radical en las universidades en Cataluña. En 1984, recibí una oferta para ocupar una plaza de Profesor Titular interino en la Universidad Autónoma de Barcelona. Dejé la Universidad Complutense y me vine sin pensármelo dos veces. La sociedad catalana y sus universidades te acogían con los brazos abiertos sin preguntarte qué idioma hablabas. Bastaba con tu C.V. En 2007, algunos estudiantes pintarrajearon mi aula con las siguientes palabras: ‘Clemente Polo és un porc espanyol‘. Esto es con lo que se encontrarían los profesores universitarios del resto de España si vinieran ahora a Cataluña. Y digo si vinieran porque ya se han encargado los órganos de gobierno de algunas universidades catalanas de impedírselo: sin nivel ‘C’ de catalán no pueden siquiera optar a una plaza”.
Una universidad que no ha padecido este tipo de problemas es la Abat Oliba CEU. Javier Barraycoa es uno de sus docentes y opina que “el control de las estructuras de pensamiento social es básico para en nacionalismo. Por un lado través de asociaciones universitarias se amedrentan a profesores. Por otro, los departamentos son endogámicos y los nacionalistas promocionan a los suyos, independientemente de los méritos: Junqueras es un claro ejemplo. La solución sería garantizar la libertad de cátedra y controlar mejor las promociones de profesorado”.
Montserrat Nebrera, profesora en la UIC, otra universidad sin esta problemática, receta tolerancia como la solución: “Como toda situación binaria, el tema de la independencia afecta a cualquier institución que descansa sobre el debate ideológico; en ese sentido, nada que objetar. El problema puede llegar si en la dinámica universitaria la gente queda dividida en razón de su opción y la alternativa, por ese hecho, critica, condena o segrega al disidente, sea de una opción o su contraria. Tolerar al otro, siempre que su idea no sea inmoral, es la única prueba del algodón para la Catalunya de todos de la que todos se llenan la boca”.
Isabel Fernández Alonso también es profesora de la UAB, y confirma las agresiones e intimidaciones: “Se está produciendo un gravísimo acoso a los estudiantes de Societat Civil Catalana desde el mismo momento en que colocaron una carpa en el campus para difundir sus actividades: pintadas, carteles y recogidas de firmas profundamente sectarios; robo y quema de banderas; un sinfín de agresiones verbales; rodeo sistemático de su carpa, que ha llegado a ser destrozada con un extintor. Todo ello ante el clamoroso silencio de la comunidad universitaria. Les recomiendo que vean los vídeos en este enlace, en este y a continuación”.
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